VIDA PARA VIVIR, ARTE PARA DISFRUTAR

POR ALEJANDRO ORTIZ. TRABAJADXR DEL SUBTE. CONDUCTOR LÍNEA E.

Me han pedido una nota de arte… y ustedes no saben lo insoportable que es tenerlo al Tano Pisani  taladrando con sus mensajes al borde de la incorrección. Arrancaré con algo que veo en el mundillo del arte: el arte elitista.

Cuando un incipiente artista comienza, apasionadamente, a plasmar su arte, llega un momento en que tiene la necesidad de ver concretada su evolución en alguna muestra. Y he aquí que se enfrenta a cuestiones de poder, económicas, de elitismo, etcétera. Esto no es nuevo y –salvo en casos donde el azar ha brindado un sorpresivo éxito a algún afortunado pintor– la verdad es que no hay un circuito cultural que ayude a los artistas nuevos a presentar su obra. Si bien se hacen eventos en asociaciones culturales, pequeñas galerías de arte y demás, carecen de una difusión organizada, aunque actualmente las redes sociales son las elegidas para dar a conocer las novedades.

Ahora bien, a propósito del libro Pandemia, el arte subterráneo, me parece que las secretarías de cultura y asociaciones gremiales tienen la oportunidad de darle una envión y armar un proyecto que no solo las llene de prestigio sino que también ayuden a dar a conocer a diversos artistas.

Con un poco de inventiva y sentido común (y un presupuesto lógico) se pueden convertir en motores de una usina de arte renovada, desprejuiciada y que, además, plantee cambios al determinismo elitista del mercado del arte. Está claro que un artista necesita dinero para comprar materiales, pero se pueden proponer valores que respondan a esa lógica y no a la lógica del consumo estándar.

La Secretaria podría también de hacerse de un acopio de obras para que fueran accesibles a los compañeros y podría, además, montar exposiciones con una temática que responda a la búsqueda de lo que llamamos la batalla cultural: no todo se compra, no todo se vende, no todo es renombre, no todo es mercado, los trabajadores tenemos derecho a disfrutar del arte libremente sin que el status o la elite lo impongan. Generar, por ejemplo, talleres multidisciplinarios de artistas y de ¿por qué no? trabajadores que hayan hecho una experiencia, además de tener un título casual. Apropiarse de esos saberes.

Hoy, para exponer con suerte en alguna galería se pide como requisito que el artista pague de su bolsillo, además del traslado de la obra, el seguro, folletines, marquetinería y también el vermut y las papas fritas… Además, si vendieran  alguna obra le es requerido al artista el 30% o más del valor de venta. Realizar una muestra para el disfrute libre de los trabajadores es más edificante que las cuevas elitistas de oligarcas de culto.

El capitalismo como modo de vida lleva unas centurias y como tal va a cambiar hasta desaparecer. Durante la edad media, unos cientos de años bastaron para cambiar a la irrupción del capitalismo, hay ciertas condiciones que no solo son sociales para que ciertos cambios se produzcan.

La unidad en la búsqueda debe dar una respuesta afín al ocio, al disfrute, a no vivir una vida embrutecida por jornadas exprimidoras de plusvalía; a vivir en una sociedad donde no exista ni la meritocracia, ni el mercantilismo irracional sino un mundo donde se disfrute que el hombre sea amigo del hombre y no su esclavizador.