MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. VISIBILIZAR PARA RECONSTRUIR LA MEMORIA
Muchas de las cuestiones que invisibilizó la tragedia de la desaparición forzada de personas adquieren mayor relevancia en este momento de la historia.
A 45 años del golpe cívico militar, es fundamental la responsabilidad de un abordaje de las mujeres y disidencias como militantes, trabajadoras, madres, ex presas, exiliadas, detenidas desaparecidas, etc., desde una mirada atravesada por los efectos que el Estado Terrorista dejó en las mismas, ante el brutal ejercicio de la represión planificada y sistemática.
A los abusos, la tortura, junto a otros tantos actos inhumanos y degradantes cometidos contra la mayoría de las víctimas del terrorismo de estado, se sumaron una cadena de delitos de violencia de género y contra la integridad sexual ejercidos de manera diferencial y específicos contra las mujeres, identidades feminizadas y comunidad LGBT+
Vivimos en un sistema social capitalista, patriarcal y heterosexual, cuya estructura se sostiene bajo ciertos mandatos “tradicionales” que nos llevan a pensarnos y constituirnos, imponiendo de qué manera vincularnos con les otres, a quiénes desear y qué tipo de familia construir.
Nuestro colectivo fue foco de amedrentamiento durante el genocidio, sobre quienes se abocaban las violencias y los planes sistemáticos de torturas más aberrantes.
Por eso es importante nombrar a nuestres compañeres en ese registro oficial de desaparecides, para reparar y reconstruir la historia reciente del movimiento diverso y disidente.
Durante la dictadura, 400 personas fueron desaparecides por su orientación sexual y condición de género, dato publicado en el libro “La Homosexualidad en la Argentina” en el año 1987, por Carlos Jáuregui,
registro que fue relevado por la CONADEP (Comisión Nacional por la Desaparición de personas).
Producto de los juicios contra los genocidas, hay 892 personas condenadas por delitos de lesa humanidad, de las cuales 98 fueron responsabilizadas por delitos sexuales: 95 varones y 3 mujeres, según datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, que dio a conocer cifras del proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia vinculadas al juzgamiento de los delitos sexuales cometidos en la última dictadura cívico-militar en la Argentina.
Hasta marzo de 2019, solamente el 12% de las sentencias incluyeron este tipo de delitos
(26 de 219). En esos fallos, se reunieron los casos de 86 víctimas: 75 mujeres y 11 varones.
*Saber de dónde venimos para saber hacía dónde vamos.*
“No olvidar para que no se repita”, requiere también que se realice construcción de memoria sin el privilegio heterosexual. Durante la dictadura, lo que hoy conocemos como colectivo LGBTTTIQ+ no existía. A la persecución política se le sumaba la persecución por orientación sexual o identidad de género. Aún hoy, con leyes vigentes que garantizan derechos a las personas que conforman el colectivo LGBTTTIQ+, la discriminación, la violencia institucional y la persecución siguen formando parte de esas vidas en tanto no se deconstruye la mirada patriarcal y heteronormativa. No es difícil imaginar lo que sucedía sin estado de derecho.
Tenemos la certeza de que para seguir construyendo memoria colectiva es imprescindible saber de dónde venimos, identificar cuáles fueron los procesos históricos en los que aquelles compañeres supieron poner el cuerpo y el corazón, premisa fundamental para poder seguir construyendo el presente y el futuro de una sociedad más justa e igualitaria.
Este año se cumplen 45 años del Golpe de Estado. Seguimos exigiendo JUSTICIA por les 30.000 compañeres detenides desaparecides y por les 400 compañeres de nuestro colectivo, para que sean nombrades y reconocides de manera concreta y real en la reivindicación por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Este año, por primera vez una travesti compartirá su testimonio como víctima del terrorismo de Estado. Valeria Del Mar fue dos veces secuestrada y torturada en el centro clandestino conocido como Pozo de Banfield, entre los años 1976 y 1977.
Reconstruir la historia es un camino que tenemos que seguir transitando de manera colectiva, abrazando a las diversas identidades, reconociéndolas también como parte de les 30.000 víctimas de la violencia de Estado y necesariamente promotores de la búsqueda de JUSTICIA.