Sobre el Liberalismo, el Populismo y el concepto de “grieta”

POR CARLOS PELLEGRINI. TRABAJADOR JUBILADO, LÍNEA B.

El famoso concepto de “grieta” se remonta a los días en los que se fundó nuestro país.
La Primera Junta del año 1810 fue una prueba de ello: Saavedra era conservador, y Moreno, un revolucionario. Todo siguió igual durante el interregno de Carlos María de Alvear.
En la década del 20, este concepto se acrecentó con la ilegítima presidencia de Bernardino de la Trinidad González de Rivadavia y Rodríguez de Rivadavia (en fin, Bernardino Rivadavia) entre el 8 de febrero de 1826 y el 27 de junio de 1827. Los unitarios lo ponderaban por su “liberalismo” pero se olvidaban de su Constitución unitaria, repudiada por todos los gobernadores federales. Además, endeudó al país con el primer empréstito usurero firmado con el Reino Unido (el cual recién se terminó de pagar durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, entre los años 1946 y 1952). Estos días de unitarismo culminaron trágicamente cuando el Gral. Juan Galo de Lavalle derrocó al legítimo gobernador federal Manuel Dorrego, para luego fusilarlo en Navarro a pesar de haber sido camaradas de armas en el Ejército de los Andes.
Pese a las dudas y remordimientos de Lavalle por tan terrible decisión, fue convencido por sus amigos unitarios como Salvador María del Carril, quien le escribió una nota que decía: “Fusílelo sin culpa porque la Historia la escribiremos nosotros”. Y así fue.

Todos estos hechos son similares a otros que ocurrieron después y a algunos que suceden en la actualidad, ¿no?

A posteriori, entró en escena Juan Manuel de Rosas, que siendo terrateniente y con sus errores y virtudes, representó al pueblo.
Por eso, afirmo que se debe analizar cómo era el ambiente entonces, las presiones que existían y los intereses en puja para poder comprender la historia (como decía Perón: “La política no se aprende, la política se comprende”).
Desde la Constitución liberal de 1853 en adelante, devienen las presidencias “doradas” de la Generación del 80. Presidencias que estaban viciadas de fraudes y avasallamiento de los derechos populares.
Más cerca de nuestra época, hubo ciertos avances de la mano de Hipólito Yrigoyen con el voto universal, secreto y obligatorio promulgado durante la presidencia de Roque Sáenz Peña (vale aclarar que éste era sólo para hombres y recién con Eva Perón fue permitido a las mujeres).
Durante la gestión del radical se produjo la creación de YPF y se registraron algunas mejoras en las condiciones laborales. Pero al mismo tiempo, tuvo lugar en 1919 “La Semana Trágica” en la fábrica de Krieger Vasena (con un gran saldo de obreros heridos y asesinados), además de la tremenda represión contra los campesinos patagónicos llamada popularmente “La Patagonia Rebelde”.
En 1930, los conservadores junto a militares golpistas derrocaron a Yrigoyen, lo que inauguró la Década Infame (en la cual se destacan el fraude patriótico y el Tratado Roca-Runciman, que resultó ruinoso para los intereses argentinos).
En 1943 se produjo un golpe militar del G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) liderado por el Coronel Perón, quien desde su puesto de Secretario de Trabajo y Previsión produjo una revolución con gran impacto en los derechos de los trabajadores (por nombrar sólo algunos derechos ganados: jornada de 8 hs de trabajo y sábado inglés, Estatuto del Peón de Campo, aguinaldo, vacaciones pagas e indemnizaciones).
Que Perón cometió errores no se puede negar, como todos y todas los que gobernaron y gobiernan para el pueblo, y deben enfrentarse a las presiones de los poderosos.
En 1946 la “grieta” era Braden (Embajador de EE.UU.) o Perón.
Entre los años 2003 y 2015 el lema de quienes estábamos “de este lado de la grieta” fue “Clarín miente” (y es preciso aclarar que este grupo nefasto no gana vendiendo diarios, sino robando con Cablevisión-Fibertel y con acciones en el exterior, en fondos buitres y en paraísos fiscales).
Tanto Juan Domingo Perón como Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner tuvieron que luchar, al igual que el Quijote de Cervantes, contra los molinos de viento.
Hay mucho más para narrar, pero quedará para otro capítulo.