MI EXPERIENCIA EN VENEZUELA (PARTE 1)

POR CLAUDIO SFARA, CONDUCTOR DEL PREMETRO, SECRETARIO DE ACCIÓN SOCIAL AGTSyP.

Días previos a las elecciones presidenciales en Venezuela fui invitado junto al Secretario General de nuestro sindicato, Beto Pianelli, a participar como veedor internacional. Llegué a Caracas con la incertidumbre de no saber qué me esperaba. Llevaba conmigo la información parcial que había recibido en Argentina, donde los medios ofrecen una mirada sesgada de lo que ocurre en tierras bolivarianas.

Al llegar, ya teníamos programada nuestra participación en una serie de congresos que contaron con la presencia de más de 1.400 personas de 107 países. Tras la conclusión de estos congresos, en los que se llevaron a cabo intervenciones y debates internacionales, nos dedicamos a profundizar en el sistema electoral venezolano. Pero más allá de mi tarea como veedor de la elecciones, me gustaría contar mi experiencia desde una perspectiva social y sindical.

Me interesaba conocer qué sucedía realmente en las calles. Mi primera experiencia fue cuando compré un cargador. Me acompañó David, uno de los “attaché” que la Cancillería dispuso para asistir a cada uno de los delegados de los distintos países. Debo reconocer que fui con cierta precaución porque cuando buscaba en Google o en YouTube, aparecían advertencias de que las calles eran inseguras, de que había robos, hambre y desesperación.

Sin embargo, cuando este compañero me guió por las calles de Caracas, a pocas cuadras de la Plaza Simón Bolívar, me di cuenta de que estaba caminando por una peatonal llena de venezolanos y venezolanas, cada uno ocupado en sus actividades, con un comercio totalmente activo. Las calles estaban llenas. Con la duda de sacar mi celular, mientras caminaba me di cuenta de que todo funcionaba normalmente. No era como lo describían en la mayoría de los medios argentinos. Yo estaba viviendo otra realidad en ese momento.

Llegué a la tienda de celulares donde Génesis, la chica que atendía, me vendió el cargador y me aconsejó que probara el cazón y las arepas. Fue un diálogo cordial. No mostró ninguna inconformidad; al contrario, estaba contenta con su trabajo y con su emprendimiento.

Al salir de la tienda y recorrer las calles, me relajé un poco de la inquietud sobre cómo sería caminar por Venezuela. Me explicaron sobre la Catedral, la Plaza Bolívar, el Teatro Simón Bolívar. Al regresar por la peatonal, vi el comercio funcionando, gente paseando y comprando, como lo hacemos en Once o en la Avenida Avellaneda en Buenos Aires. Me di cuenta de que la realidad no coincidía con la información que traía desde Argentina.

Llegué sin contratiempos a la Plaza Simón Bolívar, donde observé a las personas disfrutando con sus hijos y a los mayores conversando, como en cualquier otra ciudad. Me llamó la atención el uso prominente de los colores de la bandera venezolana; en cada comercio había un distintivo con los colores nacionales, resaltando la octava estrella añadida por Chávez en honor a los más humildes y a la igualdad.

Después de haber asistido a los congresos y de haber aprendido sobre el sistema electoral para el domingo de elecciones, conversamos con personas de distintos sectores. Me interesaba saber qué pasaba en las calles, conocer sobre el bolívar y su valor. Conocí a José, un vendedor de recuerdos, quien estaba entusiasmado por las elecciones. Para él, votar era una fiesta. José estaba satisfecho con su negocio, aunque reconocía que había enfrentado épocas difíciles; sin embargo, notó que la situación mejoró con los gobiernos de Chávez y Maduro.

Los días fueron pasando mientras íbamos conociendo más de Caracas. Junto a Sebastián de Tiempo Argentino y Érica de ARG Medios, ambos periodistas argentinos, fuimos a visitar el mausoleo de Simón Bolívar. Fue indescriptible la sensación de caminar por las calles libremente, grabando con nuestros celulares y conversando con los lugareños. Uno de los momentos más impactantes fue cuando los periodistas entrevistaron a una pareja joven sobre lo que representaba Bolívar para ellos; respondieron que simbolizaba la perseverancia y la lucha por un pueblo más justo y equitativo.

Al llegar al Mausoleo nos recibió un jubilado que se desvivía por darnos monedas y billetes como recuerdo. Quería preservar la historia del Bolívar. Hablaba con gran emoción de su patria y se lamentaba por los sucesivos bloqueos que enfrentan. Aunque reconocía los momentos difíciles, también destacaba que los gobiernos de Chávez y Maduro entregaron 5.1 millones de viviendas al pueblo, lo que permitió a muchas familias desarrollarse.

MAUSOLEO HUGO CHAVEZ

El jueves 25 se realizó el cierre de campaña de Nicolás Maduro, y yo tenía mucha curiosidad de ver cómo se vivía en las calles. Vimos a una multitud inmensa acompañando el cierre de campaña. La gente caminaba en caravana y cantaba, creando un ambiente de fiesta. Fue una experiencia inolvidable, que contrastaba completamente con la información que había recibido previamente.

El sábado recorrimos distintos barrios para hablar con la gente, lo que me interesaba profundamente como trabajador y sindicalista. Fui acompañado por compañeros de otras organizaciones gremiales. Visitamos Sabana Grande, un centro comercial importante de Caracas, para ver si el comercio fluía como me habían dicho. Al llegar, vi los comercios en pleno funcionamiento, con mucha gente comprando. Fue importante ver y entender el ánimo de las personas. Me sentía como en cualquier otra peatonal, no en la situación catastrófica que los medios de comunicación argentinos me habían transmitido.

Después de recorrer Sabana Grande, volvimos a la Plaza Bolívar. Allí seguí observando la misma normalidad. Decidí ir más allá y preguntar a los vendedores ambulantes sobre su situación, interesado en saber cómo estaba realmente el comercio en una feria. Pero eso se los cuento en la segunda parte.

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