EL DISCURSO NARRATIVO COMO EXPRESIÓN SOCIAL

POR AGUSTINA FORTES, GUARDA DE LA LÍNEA A.

En el vasto universo de la literatura, encontramos obras que van más allá de la simple narración de historias; son espejos que reflejan las realidades sociales, políticas y emocionales de sus respectivas épocas. El análisis del discurso es indispensable, porque si no conseguimos identificar los mecanismos significantes que estructuran el comportamiento social, no comprenderemos tampoco lo que los actores hacen. Eliseo Verón hace una distinción en su obra “La Palabra Adversativa” entre dos destinatarios, un destinatario positivo y un destinatario negativo. Lo interesante es describir las distintas modalidades según las cuales se construyen el Otro Positivo y el Otro Negativo. El enunciador político entra en relación con ambos.

Siguiendo a Lucien Goldman, las obras literarias son una expresión de los grupos sociales, de sus problemas, de sus esperanzas y sus ilusiones. Tres ejemplos notables de esta capacidad son “La ciudad ausente” de Ricardo Piglia y “El beso de la mujer araña” de Manuel Puig, cada una ofreciendo una mirada única y penetrante a la condición humana.

En “La ciudad ausente”, Piglia nos sumerge en un Buenos Aires enigmático y opresivo, donde la dictadura militar y la transición hacia el neoliberalismo marcan el telón de fondo. A través de la intriga y el misterio, la novela nos conduce por un laberinto de conspiraciones y relatos clandestinos que revelan las tensiones y contradicciones de la sociedad argentina de la época. Piglia desafía las narrativas oficiales y cuestiona las verdades establecidas, ofreciendo una mirada crítica y subversiva a la política y la historia de Argentina. 

Indirecta y tácitamente, el texto reflexiona en torno a la dictadura de Jorge Rafael Videla y sobre la transición hacia el neoliberalismo que, en la Argentina de los noventa, adquirió una de sus formas más agresivas. Es una reflexión política.

La fuerza del discurso, incluso en su aspecto crítico, está en la autorreflexividad y en su carácter autorreferencial. Más que ser específicamente una crítica ideológica, la novela de Piglia parece ser un cuestionamiento en general a la realidad y a la sociedad en la que vive. La ciudad ausente señala a ese espacio paradójico en el que el mundo parece desaparecer.

Por otro lado, en “El beso de la mujer araña”, Puig nos lleva a una cárcel en América Latina, donde dos prisioneros comparten sus historias y sueños mientras enfrentan la represión y la opresión del régimen. A través de un diálogo íntimo y revelador, la novela explora temas de identidad, deseo y poder, desafiando las nociones convencionales de género y sexualidad. Puig nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del amor y la libertad en un mundo dominado por la tiranía y la injusticia.

El beso de la mujer araña fue un libro prohibido por la dictadura militar. ¿Qué puede llevar a una obra el ser censurada? Según Foucault, en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad. En una sociedad como la nuestra son bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el más familiar también, es lo prohibido. Tabú del objeto, ritual de la circunstancia, derecho exclusivo o privilegiado del sujeto que habla: he ahí el juego de tres tipos de prohibiciones que se cruzan, se refuerzan o se compensan.

El análisis del “otro”, el enemigo, es fundamental a la hora de entenderla historia del peronismo. Perón y la Patria. Perón y el Enemigo (llámese Braden en un momento) Valentin y el Otro enemigo, por un lado, y por el otro, Valentin y la revolución. Destinatarios negativos y positivos. Los principales rasgos del individuo integrante de la masa son la desaparición de la personalidad consciente, de los sentimientos e ideas en el mismo sentido por sugestión y contagio, y la tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas sugeridas. El individuo deja de ser él mismo, se ha convertido en un autómata carente de voluntad. Valentin no es Valentin, sino un integrante de la revolución.

¿De qué manera el arte, a modo de representación, puede relacionarse con lo político? Es la misma intención de Orwell, con su obra 1984, y la misma intención que parecen tener Ricardo Piglia, Milan Kundera y Manuel Puig. Lo narrativo como expresión política. La literatura como discurso. En el ser humano la razón narrativa es considerable, sin ir más lejos, Garcíaa Marquez publicó su autobiografía bajo el título “vivir para contarla”.

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