PANDEMIA, ESPACIO PÚBLICO Y DANZA
POR ARIEL FERNÁNDEZ, HIJO DE ANDREA ALVAREZ Y ROBERTO FERNÁNDEZ, TRABAJADORXS DE LA LÍNEA B.
El bailarín y coreógrafo Rodolfo Arrol nos contó cómo hizo para que la pandemia, lejos de ser un escollo, se convierta en un espacio alegre “para bailar en libertad”.
En marzo de 2020 comenzó el DISPO (distanciamiento social preventivo y obligatorio) en Argentina. Un virus desconocido nos obligaba a encerrarnos, a extremar cuidados y a vivir de otra manera. Nuestra cotidianidad cambió y muchos trabajadores tuvieron que reinventarse, sobre todo aquellos que dependían de la presencialidad.
Los trabajadores invisibilizados, quienes viven de empleos informales, fueron registrados por el Estado en más de 9 millones. Muchos artistas, actores y bailarines forman parte de ese grupo. Varios de ellos tuvieron que modificar los métodos de trabajo llevándolo a la virtualidad a través de plataformas como Facebook, WhatsApp, Instagram y YouTube.
Este es el caso de Rodolfo Arrol, de 49 años y 42 de bailarín, quien se vio obligado a impartir sus clases de forma online, pudiendo retornar a la presencialidad recién un año y cuatro meses después del comienzo de la pandemia.
Un poco de respiro.
Las clases se realizan en la Plaza Espora, con protocolos cumplidos estrictamente tanto por Arrol como por sus alumnos. Al respecto, Rodolfo, expresó que “el miedo a enfermar fue determinante para mis alumnos”, ya que no sólo se exponen al Covid sino a otras enfermedades relacionadas a las bajas temperaturas invernales. Cabe destacar que los bailarines en su mayoría son adultos mayores.
De esta manera, el espacio público se comenzó a poblar frente a necesidad económica y artística. Para Arrol, pasar de la intimidad del salón a la plaza no fue nada sencillo, porque “la gente tiene miedo aún respetando los protocolos estrictamente”.
Durante los meses de aislamiento del año 2020, Arrol, al igual que muchos artistas, recibieron la asistencia del Estado a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), con el cual no sólo tuvo que mantenerse desde lo económico sino también ayornar sus instrumentos de trabajo para las nuevas modalidades.
“La plaza es un lugar que nos permite trabajar a todes. Habitar el espacio público nos devuelve el trabajo perdido y la posibilidad de compartir el arte llevando alegría y consuelo a quienes padecemos la pandemia”, resaltó.
Mientra la vacunación se acelera y la pandemia nos da una tregua, la plaza Espora (Temperley) continúa siendo un lugar de socialización del artista con su pueblo.