CRÍTICA LITERARIA: TERRITORIOS SIN CARTOGRAFIAR

POR JAIME GALEANO. TRABAJADOR DEL SUBTE. AUXILIAR EN LA LÍNEA D.

Territorios sin cartografiar es el nuevo libro de Kike Ferrari. Autor que, en los últimos diez años, a fuerza de títulos publicados y talento, es considerado una de las revelaciones de la narrativa policial latinoamericana.

Quienes conocen su devenir literario saben que Ferrari es un autor multifacético al cual no podríamos encasillar en el género policial negro. En Todos nosotros, su anterior novela editada por Alfaguara, nos deleitó con una aventura épica. Un relato fantástico con un final feliz: lograr que una brigada de militantes metaleros impida el asesinato de León Trotsky en 1940.

En este nuevo trabajo Ferrari nos propone una serie de cuentos fantásticos, distópicos, futuristas. Donde el tiempo se confunde con otros espacios y hay una ciudad en paralelo a Buenos Aires que a su vez no puede existir: Shörshstad. Los distintos relatos independientes logran pertenecer a un dispositivo que comúnmente denominamos novela.

“Varios de los relatos que están en el libro estaban escritos desde antes. Pienso en Fantasmas que desaparecen en el aire y el de Paco Taibo. Incluso el que cierra el libro fue escrito en primera instancia para el diario Clarín. Era un artículo, no necesariamente de ficción, en plena Pandemia. Y la idea era provocar esa tensión, extrañamiento de los límites que haga que el libro pueda ser leído como una novela fragmentada, pero que también cada relato pueda ser leído como unidad narrativa”, nos cuenta Kike en el entretiempo del partido de River, otra de sus pasiones.

 ¿Te costó salir de tu zona de confort que sería por encasillarte en el policial con mirada social? ¿Sentís que el cuento fantástico te permite más flexibilidad para narrar? Ya lo hiciste con Todos nosotros y el resultado, a mi juicio, fue muy bueno.

-Yo creo que es un recorrido que venía haciendo, digamos, la salida de la hipótesis del realismo. Cuando Mohamed Alí fue a pelear contra Foreman en el estadio Maipará de Kinshasa, Zaire, mientras él gritaba a todo el estadio “Ali bomaye” (Ali mátalo) y distraía a la gente, Angelo Dundee, su entrenador, aflojaba las cuerdas del ring para que Ali se pudiera apoyar y quedar lejos del flanco de ataque de Foreman. Yo tengo la sensación de que mis últimos libros venían aflojando las cuerdas del ring para que yo me pudiera recostar más cómodo y llevar mi literatura más lejos del flanco de ataque.

En Territorio sin cartografiar, Ferrari se permite celebrar a esos escritores que lo marcaron a fuego en su vida, como Borges, Paco Taibo II y China Ameville. Vemos esos homenajes en citas, guiños y algunos diálogos subrayados. En otros cuentos se mete de lleno con unas de las obsesiones de Ricardo Piglia y Andrés Rivera: Sarmiento. Aborda el Sarmiento como político y su narrativa.
“Yo creo que Sarmiento sin dudas fue el escritor más importante del Siglo XIX y de nuestra lengua en ese siglo. Es interesante ahondar en los quiebres que implica la política en la literatura y la literatura en la política en la historia Argentina. Que es un núcleo en los cuales autores como Rivera y Piglia trabajaron un montón

Para los trabajadores del Subte hay un cuento en donde se podrán sentir reflejados. Transcurre en las Estaciones Pellegrini o Medalla Milagrosa. Hay una hipotética línea G y el alter ego de Kike Ferrari desaparece y es el trabajador del Subte quien narra.  

-El subte es un re lugar narrativo, porque es un lugar que está y no está en Buenos Aires. Quiero decir, no tiene la Argentina otro subte. Entonces notoriamente estás en el subte, en la ciudad de Buenos Aires. Pero al mismo tiempo quienes pasamos horas bajo tierra sabemos que allá es todo igual, todo el tiempo. El día, la noche, una estación, la otra, un clima, una época del año. Entonces es una especie de no lugar y ese no lugar funciona. En Territorios sin cartografiar, donde además yo funciono como un personaje, esa disolución sirve para disolver el personaje dentro del cuerpo del texto.

Este nuevo libro de Ferrari no hace otra cosa que confirmar el talento y su soberbia capacidad narrativa que se materializan en novelas, cuentos y el comic. Tal es así que mientras se imprime Territorio sin cartografiar, ya entregó la segunda parte de Que de lejos parecen moscas.

“Siempre trato de huirle a las etiquetas, uno busca unas etiquetas y después les trata de huir. Mi próxima novela vuelve a pisar el terreno del género policial, es la continuación de Que de lejos parecen moscas, así que probablemente quede enmarcado ahí, pero al mismo tiempo es una novela fantástica y desde ayer estoy empezando un nuevo proyecto que tendrá que ver con la revolución húngara de 1919 y unos satanistas que participan de esta revolución. 

Para conocer la obra de Ferrari

Lo que no fue recibió en 2009 la primer mención del premio Casa de las Américas. Desde ese momento escribió las novelas Que de lejos parecen moscas (Amagord, 2011; Anagrama, 2018) —ganadora del premio Silverio Cañada a la mejor ópera prima del género negro de la Semana Negra de Gijón de España y finalista del Grand Prix de Littérature Policière y del Prix SNCF du polar de Francia—, Punto ciego (en coautoría con Juan Mattio, Vestales, 2015) y Todos nosotros (Alfaguara, 2019); el libro de relatos Nadie es inocente (Revolver, 2014) —con tres cuentos ganadores del concurso de relatos policíacos de la Semana Negra de Gijón—; el libro de ensayos Un mundo negro (Evaristo, 2017) y la nouvelle El oficio de narrar (Tantagua, 2018). Participó en antologías literarias de España, México, Cuba y Argentina, y editó una en la que llevó las historias de Jorge Luis Borges —provenientes del policial clásico— hacia los terrenos más atroces del ser humano: Borges negro y criminal (Revolver, 2019).

Sus libros son publicados en México, España, Francia, Grecia, Macedonia, Estados Unidos, Inglaterra e Italia, y traducidos en seis idiomas.