Subte. Historias de lucha contadas por sus protagonistas: Los años 80
Tan lejos, tan cerca: “El Ruso” y “El Flaco”
Por Jorge Afarian.
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece, así, como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”
Rodolfo Walsh
La pandemia ha hecho estragos. Nos obliga a permanecer en nuestras casas, muchas veces alejados de nuestros seres queridos, colegas y amistades. Nos obliga a conectarnos mediante diversas plataformas virtuales, que distan mucho de asemejarse a un contacto directo, físico y humano. Al mismo tiempo, la tecnología posibilita encuentros que, de otro modo, habrían sido un tanto más difíciles de concretar. Este es el caso de Rodolfo “El Ruso” Grinberg y Juan “El Flaco” Medina, quienes desde sus casas protagonizaron un reencuentro muy emotivo. La reunión por “Zoom” comenzó (y continuó) entre anécdotas y recuerdos de militancia en épocas difíciles, entre persecuciones, proscripciones y avasallamiento de derechos de trabajadores y trabajadoras.
Hacía casi cuarenta años que no se veían las caras, desde que fueron compañeros en el subte durante la década del ochenta hacia finales de la dictadura cívico-militar y, luego, en democracia. Rodolfo había ingresado en el taller Polvorín en el año 1980, y Juan también lo había hecho en aquellos años, pero en el taller Once. Apenas se vieron comenzaron las anécdotas, como por ejemplo el campeonato de fútbol en el “Nuevo Gasómetro”. Los detalles que aportan de las anécdotas e historias son tan vívidos que parece como si hubiesen pasado ayer.
Trabajar en el subte no es la única característica que tuvieron en común. Además, ambos fueron talleristas, militantes y acérrimos opositores a la dirección burocrática de la UTA. Tanto es así, que formaron parte de la famosa “Mesa de Representantes” (MR) de los trabajadores del subterráneo, consecuencia de aquél campeonato de fútbol. Esta organización, cuyos orígenes se remontan a 1982, contaba con militantes del Partido Comunista, el Movimiento al Socialismo, el Partido Intransigente y el peronismo. Antes de la finalización de la dictadura, los trabajadores del subte realizaron numerosos reclamos, entre ellos un paro de 24 horas por la recategorización, el aumento salarial y la declaración de insalubridad del trabajo en el subterráneo, siendo ésta última uno de sus estandartes más importantes.
Hablaron de muchas cosas, de sus inicios en la militancia, siendo ambos militantes del trotskismo, para luego modificar su rumbo político. También, de los inicios del MR, de los paros y movilizaciones durante la dictadura, y del significado de los reclamos colectivos. Al respecto Juan expresa que, a partir de la movilización del año 82, se dieron cuenta “de la capacidad de lucha, y de la conciencia de clase de los compañeros”.
El nivel de organización de los trabajadores del subte también se evidenció en la movilización hacia el Ministerio de Trabajo, a raíz de la cesantía de “El Ruso” y de José Ramos durante el mes de noviembre de 1986, maniobra que adoptó la empresa para impedir que ellos fueran electos como delegados del taller Polvorín. Por eso, declaran el estado de alerta en toda la empresa, reclamando la reincorporación de ambos trabajadores.
Las luchas del pasado constituyeron temas centrales, en especial el legado de la “Coordinadora Interlíneas”, la que aún en aquella época dejaba su huella en la actividad gremial. El recuerdo de muchos compañeros, como “El Chino” Benítez, Montenegro y Moreno, sumó tanto anécdotas como experiencias gremiales y políticas difíciles del olvidar. Sobre esto, Rodolfo dice que “se recordaban experiencias anteriores de Interlíneas”, en incluso habían escuchado del “Sindicato Unido de los Subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires” (SUSBA), conformado a principios de la década del sesenta, siento hasta al momento la primera experiencia colectiva y contra-hegemónica registrada en la historia de los trabajadores y trabajadoras del subterráneo.
Más aún, Rodolfo y Juan son parte de la historia viva de las luchas de los trabajadores y trabajadoras del subte, y su testimonio resalta la importancia de la memoria, la verdad y la justicia, de las tradiciones obreras y el legado de las organizaciones que precedieron a la AGTSyP, que si bien se desarrollaron en distintas épocas y en circunstancias históricas diferentes, son notables las continuidades. En muchos sentidos, hay cosas que no cambian.
Ejemplos de ello son, por ejemplo, la presencia de un sindicato que no representa los intereses de sus trabajadores/as, nuevas generaciones de trabajadores/as que “patean el tablero” en contra de la burocracia sindical, una coyuntura de inestabilidad nacional e internacional, atropellos y limitaciones a derechos humanos fundamentales. Si bien los desenlaces de cada experiencia no fueron los mismos, parece que la lucha obrera se transmite en el ambiente, como un hilo rojo que une las luchas obreras posteriores, ante el avasallamiento de derechos y la desprotección.
Solo queda aprender de estas luchas a partir de la documentación y conservación de historias como las de Rodolfo y Juan. Así, estos testimonios y experiencias serán la herencia para futuras generaciones de trabajadores del subte, y como enseñanzas de vida y de lucha.