MAFIA VERSUS PUEBLO
POR ROCCO CARBONE, FILÓSOFO.
La cuestión básica de la revolución es el poder del Estado. En la experiencia revolucionaria de 1905 -conocida como la Revolución de febrero- en Petrogrado el Soviet ocupó el Banco, la Tesorería, la fábrica de moneda y tomó el control de la emisión de papeles del Estado. Se apoderó también de correos, telégrafos y radios, de las estaciones ferroviarias y de las imprentas.
Esa situación se desplegó para generar un doble poder encarnado en el Comité Ejecutivo del Soviet y el gobierno provisional. Lenin reflexionó sobre esta situación revolucionaria en “El poder dual” (dvoevlastie), publicado en Pravda en abril de 1917.
Sobre esa misma categoría -el doble poder- pero en nuestra geografía y en nuestra lengua reflexionó también el Che Guevara, en Guerra de guerrilla.
El poder revolucionario permanece en la condición de doble poder solo por un tiempo: hasta tanto logre constituir la base de una nueva forma de poder estatal. Las mafias -también- son dobles poderes: se enquistan en el Estado, pero lo hacen de manera permanente.
Mientras el doble poder revolucionario es transitorio y construye una legalidad otra, el doble poder mafioso es permanente. Y las mafias pueden ser imaginadas como monstruos mitológicos de dos cabezas. Una de ellas piensa la legalidad, la otra, la ilegalidad, y ambas las empalman para constituir un poder poderosísimo.
Las mafias copian pues las formas emancipadoras populares y las dislocan: las ubican fuera de quicio.
Mafia indica menos una cuestión étnica que un método. Este método consiste en la fuerza de la intimidación del vínculo asociativo. De este método derivan el sojuzgamiento y la omertà (silencio y muerte: “me quieren presa o muerta”).
Otras dimensiones que lo definen son los actos colusivos y corruptivos. La colusión es un acuerdo secreto entre dos o más personas para acordar una línea de acción en contra de otrxs: Milagro Sala, Alejandra Gils Carbó, Julio de Vido, Amado Boudou… Y este último nombre nos insta a reconocer que la proscripción de la Vicepresidenta arrastra una proscripción anterior, de otro Vicepresidente. De no resistirla resta esperar la prosecución de la persecución.
El bloque de diputadxs y el interbloque de senadores del Frente de Todxs advirtió el peligro del huracán de la historia que está suspendido sobre la Argentina., pues lo expresaron “Con la mafia no hay democracia”. Mal no harían en considerar la constitución de una Comisión bicameral antimafia de rango permanente. Permitiría empezar a desplegar una contención de la operatividad del doble poder ubicado en el corazón del Estado, también la necesaria reafirmación de la presencia del Estado de derecho y del principio de legalidad que investiduras oscuras erosionan a diario.
En otro orden de cosas: sería deseable una tipificación jurídica de las formas mafiosas -de su existencia, su historia, sus tradiciones, sus formas de impregnación de la estatalidad- y de las conductas criminales que tienen que ver con este tipo de organizaciones. Una tipificación, una norma o una ley, más allá de las acciones inmediatas -penales- tienen un sentido pedagógico, que es sostén de una invención política renovada.