Lesa humanidad. Entrevista a Pablo de la Cruz Franco: Las Marías colaboraba con la represión ilegal
POR PIPI GONZALEZ. SECRETARIO DE DDHH, AGTSYP, Y MAILEN ESCOBAR, PEONA DE LA LÍNEA E.
En su presentación, Pablo de la Cruz Franco dice que él no es importante, y se describe como un militante atravesado por un contexto histórico social en el cual “no le quedaba otra opción que luchar”. Nacido a comienzos de la década del 50, hijo de un peón rural apodado “Mencho”, y analfabeto, iba a trabajar con su caballo y su perro (como dice la canción), desde las 4 am hasta las 20 hs todos los días. Su adolescencia estuvo atravesada por la Revolución Libertadora de Onganía y otros, y su juventud impregnada de “Luche y vuelve”. Luego de un frustrado paso por la facultad, en 1973 volvió a Gobernador Virasoro (Provincia de Corrientes), su lugar de origen, y dónde iba a conseguir trabajo en esta zona si no era en el establecimiento yerbatero predominante en la región: Las Marías. De esta manera nos cuenta su historia:
-Me ofrecieron trabajar en Las Marías, y sin prueba alguna pude entrar en la administración. Era algo incongruente con mi manera de pensar el hecho de ser administrativo en esa empresa… administrativo, sindicalista y militante político en ese ambiente no podían coexistir. Esto fue en el 73, hasta que en el 74 se crea el sindicato con la iniciativa del compañero Acuña, militante político muy fuerte en la zona, que trabajaba en la empresa. Después del triunfo del compañero Cámpora, él se contacta con la CGT fuerte de aquel momento, y por el rubro de la actividad de la industria de la alimentación toma contacto con la Federación (FATRE) liderada por Demetrio Lorenzo, Taborda y otros compañeros, que se apersonan en la localidad de Virasoro. En sólo un fin de semana se constituye lo que es el Sindicato de la Alimentación, también de forma apresurada se forma la comisión directiva, y el compañero Acuña no tiene mejor idea que ponerme como tesorero: así nace el sindicato. Es el gremio que agrupa la mayor cantidad de obreros industriales de Las Marías, y también es un soporte de contención para toda la clase obrera que es mayoritariamente rural (en otra oportunidad habría que conversar sobre el contexto económico de Corrientes en aquel momento, que era una provincia netamente ganadera, arrocera, forestal, y en la que se cultivaba muy poco). Únicamente en este Norte correntino se afinca esta empresa allá por la década del 20, comprando 10.000 y 12.000 hectáreas de campo en el rincón de Santa María, y dedicándose a la ganadería. Ellos abandonan esta actividad ganadera para dedicarse a la agricultura de la yerba mate, siendo en esa época su único dueño Don Víctor Navajas Centeno, padre de quienes actualmente son parte del directorio de la empresa.
COMIENZO DE LA CONFLICTIVIDAD
Desde sus inicios, el sindicato de la industria de la alimentación tuvo un apoyo muy fuerte por parte de la masa obrera industrial del establecimiento. Antes de cumplirse un mes desde su creación, el 75% de los trabajadores ya se había afiliado, motivados por la opresión y persecución autoritarias por parte de la patronal. Se debe tener en cuenta que en aquella época cada obrero salía a las 5 de la mañana desde Virasoro, y era transportado en camiones jaula (vehículo utilizado para trasladar animales) 10 Km hasta la estancia Las Marías, y volvían a las 18 hs, pero sólo cobraban por 8 hs de trabajo. Tampoco se consideraban “normales” lo que hoy son reivindicaciones básicas como enfermedades pagas, trabajar 8 hs como máximo, vacaciones pagas, aguinaldo, obra social, pago del prenatal, y licencia por embrazo, entre otras cosas. Hablamos de derechos que hasta entonces eran desconocidos en ese ámbito. Cada reivindicación y cada derecho reclamado por la organización sindical era peleado palmo a palmo con la patronal, con quienes se sostenían reuniones muy conflictivas en las que se iban consiguiendo pequeñas cosas, muy a cuentagotas.
La empresa tenía dos sectores mayoritarios del envasado de la yerba, y un envasado de té en saquitos, en el que generalmente trabajaban mujeres. Allá por el 74, una compañera del sector de envasado de té que estaba embarazada de seis meses, se descompensa y le pide al capataz permiso para ir al baño y luego ver al médico empresarial que atendía en una salita de primeros auxilios (muchas veces este médico rechazaba las dolencias de las y los trabajadores sin casi revisarlos, y los mandaba a trabajar de nuevo). Esta trabajadora, sin el permiso del capataz, finalmente se retira y se va a su casa. Cuando vuelve a trabajar al otro día, se encuentra con un sobre notificándola de su despido “con justa causa” sin pago de indemnización ni cifra compensatoria alguna. Inmediatamente se acerca al sindicato y presenta su caso, ante lo cual se le aconseja enviar una carta documento a la empresa (un tipo de documento que para nosotros no era fácil redactar en ese entonces), la cual confecciona el sindicato por intermedio del correo, e inmediatamente se le exige una reunión a la patronal. Durante 15 días aproximadamente, se sucedieron muchas instancias de diálogo en las cuales la empresa se mostraba inflexible, hasta que el conflicto alcanzó tal grado de tensión que optamos por pasar a la acción. Así fue que en tres o cuatro asambleas (hoy les decimos asambleas, pero en ese momento se trataba de distribuir las consignas “boca a boca”) se les explicó a los compañeros y las compañeras cuál era la situación, y la posición mayoritaria era el paro de actividades. Un determinado día, al comienzo de la jornada laboral, el secretario general reunió a todo el personal delante de la oficina y les comunicó que regía un paro por tiempo indeterminado hasta que la empresa diera marcha atrás con el despido de la compañera. Así pasaron dos días y al tercero, con cierto desgaste que ya comenzaba a sentirse, nos hicimos presentes en el centro de Virasoro junto a 300 compañeros con los que rodeamos la municipalidad. Era la primera huelga en el pueblo con tambores y pirotecnia, algo completamente atípico y anormal para un lugar como ese. Para nuestra desgracia, ese día era un 10 de junio y se cumplía el primer aniversario de la muerte de Don Víctor Navajas Centeno; en la estancia Las Marías hacían una gran fiesta homenaje, lo cual fue muy condenatorio para nosotros con respecto a la efectividad de la huelga. Una vez terminada la fiesta de la patronal, nos convocan a una reunión conciliatoria y hasta poder concretarla decidimos no volver a trabajar. Las reuniones pasaron a ser en la municipalidad y ya no en la estancia, desarrollándose en términos muy fuertes, y cediendo un poco uno y un poco el otro conforme se sucedían las instancias. Finalmente, no logramos la reincorporación de la compañera, pero sí que le pagaran lo que le correspondía por despido sin justa causa.
Pasado ese primer gran conflicto se volvió a trabajar, pero ya con un diálogo roto entre nosotros y la patronal. Era el año 1974 y cada pedido reivindicatorio estaba acompañado de una amenaza de huelga, mientras nos seguíamos organizando sindicalmente en toda la región.
En ese entonces se constituye el FATRE, sindicato rural con un compañero muy combativo a la cabeza como lo era Ramón Aguirre. El FATRE tiene su primer conflicto, y es por esos días que comienza a expresarse lo que llamamos solidaridad obrera, es decir, que cuando paraba un sindicato, el otro ya amenazaba también con parar. Entonces el ambiente se convulsionaba y los trabajadores se sentían muy entusiasmados. Así recorrimos el año 74, y en el 75 comenzó a politizarse más la cuestión sindical.
Por aquel entonces, producto de una negociación en la que pudimos ganar, habíamos logrado que nos pagaran los aportes no realizados por la obra social. Gracias a ese importante ingreso, pudimos comprar un terreno y construir un local, que es donde hoy funciona el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación, en Gobernador Virasoro. Allí se reunían a diario los trabajadores y trabajadoras, los fines de semana se realizaban asambleas y también se organizaban asados, y eso no le gustaba a la patronal. Cada mes íbamos progresando más con muchas de las reivindicaciones, como la cuestión de la obra social. Al mismo tiempo, sabíamos de los movimientos cómplices de la empresa con el aparato represivo que en esa época se llamaba “el Operativo Toba”. Como parte de este Operativo, hacían reconocimiento de terreno, investigaciones, etc., pero como nosotros estábamos focalizados únicamente en la parte sindical, éramos bastante inocentes en cuestiones políticas. Quiero decir que seguíamos yendo a trabajar, volvíamos tarde a nuestras casas, y andábamos solos… por eso digo que éramos en cierta forma ingenuos políticamente, porque todo lo logrado sería condenatorio para la represión final.
COMPLICIDAD EMPRESARIAL CON LA REPRESIÓN
En esta parte voy a tratar de explicar la complicidad empresarial que existió en la represión producida en aquella época, la más atroz de la Argentina. Lo sucedido en esos años, atravesó a toda una generación brillante de, en ese entonces, jóvenes que hoy seguimos sufriendo las consecuencias de tener 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. Quienes felizmente sobrevivimos y podemos contar esa parte de la historia, a esta altura debemos decir que la provincia de Corrientes era conservadora en lo económico y en lo político. Yo aún sigo sin entender que los liberales y los autonomistas eran partidos netamente conservadores, es decir, lo que hoy serían neoliberales. Eran fundamentalmente patrones de estancias con muy poca clase obrera y una mentalidad totalmente retrógrada (para darse una idea: empleaban sólo a tres peones para cubrir 5.000 hectáreas de campo y 8.000 cabezas de ganado). En ese contexto, Gobernador Virasoro era un pueblo pujante con pocas hectáreas trabajadas y 1.400 obreros, siendo muy distinta la relación de conflicto obrero-patronal. La empresa participaba políticamente del desarrollismo de Frondizi y compañía, también ligado fuertemente al partido político militar que colaboró para dar el golpe del 55. Siempre en la misma línea, no es casual que uno de sus más conspicuos representantes, Don Adolfo Navajas Artaza, fuera primero senador por el partido demócrata progresista, luego interventor militar de la provincia de Corrientes del año 69 al 73, y por último Secretario de Acción Social para cuyo cargo lo eligió el propio General Reynaldo Bignone. Estamos hablando de una relación muy fuerte de esta empresa con los militares, siendo además parte del poder económico de aquella época (y aún hasta el día de hoy, podemos afirmar). Por ese entonces, solicitan a un Capitán como interventor de la comisaría de Virasoro, el cual aterriza en el aeródromo particular de Las Marías y recibe instrucciones directas de ese establecimiento (y seguramente también nuestras carpetas). Así es que toda la logística solventada por Las Marías en colaboración con el aparato represivo, fue dirigida expresamente contra los obreros sindicalizados. Para el 10 de abril del 76 estábamos detenidos junto a toda la cúpula del Sindicato de la Alimentación, y también junto al compañero Ramón Aguirre de FATRE. Pasamos por varios lugares, secuestros y situaciones que no puedo relatar… el compañero que me escuche o que me lea y tenga memoria de aquella época, sabrá de lo que estoy hablando. Fuimos blanqueados (es decir, legalizados) por la policía y tuvimos un proceso de juicio federal a través de gendarmería. El compañero Aguirre fue secuestrado y luego visto en Resistencia, La Plata, y en varios lugares más.
La inteligencia militar, en ese entonces, sigue investigando a los obreros sindicalizados, y en el 77 hay una nueva oleada de represión en la que asesinan a Nery Pérez (tractorista rural) y a Marcelo Peralta (compañero tarefero de la yerba mate). Se suceden otra media docena de detenciones de compañeros, los cuales lograron sobrevivir y actualmente se encuentran repartidos en distintos puntos del país. La lucha posterior se centró en el reclamo por la aparición de Nery Pérez y Marcelo Peralta, aunque sea la entrega de sus cuerpos, o por lo menos en poder identificar un lugar en el cual despedir sus restos. En esa época hubo múltiples pruebas de la existencia de vivac y de asentamientos clandestinos en las propiedades del establecimiento Las Marías. Se cuenta con sobradas evidencias de toda clase de acompañamiento logístico al aparato represivo, pero nada se pudo llevar a juicio justo, ni se logró llegar a una condena.
CÓMO SURGE LA CAUSA POR MARCELO PERALTA EN EL 2008
Allá por el año 2007, un hijo del compañero Nery Pérez (Héctor Pérez, alias “el Caty”) realiza la denuncia por la desaparición de su padre en el juzgado federal de Paso de los Libres, y varios organismos de DDHH presentan querella. Empieza a avanzar lentamente la causa, y entre los años 2011 y 2012 una de las fiscales, con mucho coraje, consigue un allanamiento al establecimiento Las Marías. El objetivo era el secuestro de los libros contables donde figuraban sueldos y asistencias de ese momento, y especialmente llevar a cabo una revisión ocular al cementerio privado del establecimiento y a la estancia “María Leida”, donde fue secuestrado y muerto (a nuestro entender) Marcelo Peralta. El problema era que la causa era por la desaparición de Nery Pérez, por eso los compañeros de Virasoro se juntaron y contactaron a la comisión, siguiéndolos por todos lados con vehículos y pancartas hasta que la fiscal los recibió en la municipalidad. Allí, le toma declaración de oficio al hermano de Marcelo Peralta y da inicio a esta última causa. Además, lograron trasladar la causa de Paso de los Libres a Corrientes Capital, lo cual sería un equivalente a decir que pasó a Comodoro Py, es decir, a un ámbito totalmente manejable. En este punto, se unifican tres causas: la denuncia de Ramón Aguirre y Marcelo Acuña (que data de 1997), la causa por la desaparición de Nery Pérez (del 2007), y esta causa (del 2011/2012) que finalmente es la única que va a juicio oral en el 2018. Pero lamentablemente no habilitan la revisión de las causas anteriores, y sobre lo único que nos permitieron atestiguar fue sobre los hechos relacionados a la desaparición de Marcelo Peralta. Es por eso que el juez, nervioso y ofuscado, no me permitió a mí dar testimonio sobre los sucesos anteriores y la causa por el compañero Marcelo terminó con un sobreseimiento total, a pesar de que se probó sobradamente que recorrimos la estancia con la señora de Peralta y otros testigos que lograron marcar el lugar en el que lo habían asesinado. Incluso en aquel recorrido, todos nos emocionamos hasta las lágrimas al ver a la anciana mujer junto a su hija de cincuenta años, que al momento del secuestro del padre tenía sólo seis meses. Ellos estaban juntos cuando lo secuestraron y lo mataron, y esta mujer tuvo la valentía de indicar dónde estaba el campamento. Aunque se tomaron el trabajo de hacer desaparecer árboles y hasta camino, ella pudo reconocer el lugar por un ojo de agua del que, por aquellos días, se proveían de agua para tomar. También reconoció el portón, y los otros testigos brindaron testimonios escalofriantes. Amén de todo esto, los culpables obtuvieron el sobreseimiento, y creo que la causa volvió nuevamente a Paso de los Libres donde hay una recusación de organismos de DDHH y sindicales, como la nuestra de la Industria de la Alimentación, que se constituyeron en querellantes.
Tenemos la esperanza de que este gobierno popular incentive la materialización y asegure la continuación de estos juicios, para que todas las familias involucradas puedan obtener, finalmente, justicia.