Entrevista a Ayelén Pujol: ¡Qué Jugadora!
Ayelén Pujol es periodista, futbolista, escritora y feminista. Autora del libro “¡Qué Jugadora!”, un siglo de fútbol femenino en la Argentina. Visibilizó las historias de mujeres futbolistas que, por amor a la camiseta y pasión por el deporte, derrumbaron prejuicios. De eso, y de su vida, habló con Acoplando. Se la puede escuchar todos los mediodías en Radio Provincia (AM 1270) en el programa Todo Este Ruido .
¿Cómo llegó el fútbol a tu vida y qué representó para vos ese descubrimiento?
Mi casa no era muy futbolera, mi papá es hincha de River (eso quizás lo explica un poco todo, jaja), sin embargo el fútbol apareció desde que tengo uso de razón, no es que lo elegí: jugué al fútbol desde que tengo memoria. Siempre había pelota en mi casa y con mi hermano, que es dos años menor, jugaba desde siempre. No fue un descubrimiento muy consciente, en ese momento no sé qué representó pero, ahora a la distancia, el fútbol era básicamente lo que me hacía feliz: la vida tenía sentido a partir de la felicidad que me generaba jugar a la pelota y compartir eso con mi hermano. Jugábamos en la calle, en Monte Grande, era la única nena, pero tampoco era consciente de lo que eso implicaba. Recién cuando fue pasando el tiempo fui dándome cuenta que ser mujer y jugar al fútbol no parecían ir de la mano. Cuando crecí me hice hincha de Boca, un poco en oposición a mi viejo, y adopté esa identidad. Mi mamá era de Boca pero no le daba bola al fútbol. Después, de grande, me enteré que ella también jugaba con sus primos y demás, pero tampoco era algo presente en ella, no miraba fútbol ni nada.
¿Cuáles son los obstáculos o las desigualdades que tiene que superar una mujer, o alguna compañera de una identidad diversa, para practicar fútbol?
Los obstáculos o las desigualdades aparecen enseguida. Quizás no tanto entre los mismos niños con los que jugás sino más bien desde la mirada del adulto. Recién entrevisté a una futbolista de 20 años y contaba que cuando era chica los varones le decían: “a vos no te voy a marcar porque sos nena, te puedo lastimar o golpear”. Esta cuestión de que no es un terreno para nosotras, por diferentes motivos. Esta mirada instalada, social, del sexo débil. Incluso desde una mirada más biologicista, está la cuestión de los cuerpos y surgen como problemáticos ciertos movimientos del fútbol, como pararla de pecho o pararnos de determinada forma en la cancha, patear fuerte, etc… como si eso fuera patrimonio exclusivo de los hombres. En esa mirada aparecen frases que nos dijeron a todas las que alguna vez jugamos: machona, varonera, marimacho, tortillera, puta (porque si te gustaba estar todo el tiempo rodeada de varones también eras puta), la Carlitos, la Raulito…
¿Cuál es el aporte del feminismo en el escenario futbolístico actual?
En el sentido de lo que venimos hablando creo que viene el aporte del feminismo. Si hacés un recorrido por la historia del deporte te das cuenta que los distintos avances de las luchas feministas en Argentina y el mundo coinciden con la difusión o la práctica del fútbol femenino. Los primeros años del siglo XX, cuando en nuestro país surgían nombres como los de Julieta Lanteri, Cecilia Grierson, Alicia Moreau de Justo, la pelea por el derecho al voto, las modificaciones en el Código Civil para incluir derechos para las esposas, también hubieron partidos femeninos, hay registros de aquella época. Yo creo que hay mucha relación en esos avances, en las calles y en las canchas, y me parece que lo que pasó con fuerza después del 2015, con el Ni Una Menos, fue que el feminismo se hace masivo e incorpora las reivindicaciones en el deporte y en el fútbol específicamente. Desde entonces se conquistaron muchísimos derechos. Hay una articulación entre el movimiento en las calles y las futbolistas en las canchas. Comienzan a haber más jugadoras con conciencia de clase y de género para querer transformar la estructura de la que son parte. El feminismo pone en palabras muchas cuestiones que eran evidentes. La desigualdad en el derecho al juego, la desigualdad salarial, la desigualdad en el acceso al deporte, esto de aprender que hay que organizarse colectivamente, que si estamos juntas tenemos más fuerza y podemos pelear por más derechos. No sólo las que están en la cancha, también las que están afuera: las socias, las hinchas, las entrenadoras, las directoras técnicas, las preparadoras físicas, las árbitras, las periodistas deportivas. El aporte es de todas para armar una gran red y empujar con más fuerza.
¿A qué se debe que haya países en donde el fútbol femenino está más extendido que el masculino?
No hay muchos países donde el fútbol femenino esté más extendido que el masculino, salvo Estados Unidos, y eso tiene que ver con una cuestión cultural. Allá jugar al fútbol tiene un componente de género, si se quiere, homofóbico. Se considera un deporte para mujeres porque el deporte para los hombres es el fútbol americano, la NFL, o también el béisbol. Entonces en esta construcción de masculinidad, para ser un varón macho tenes que practicar esos deportes. El fútbol no ocupa el lugar que ocupa en otras sociedades, como la nuestra por ejemplo. Allí hay escuelitas de fútbol para las niñas, hay más facilidades en el acceso y por eso el fútbol femenino está muy desarrollado. Fue clave también una ley que se aprobó en 1972, otra vez en un momento de luchas feministas y ampliación de derechos, que fue la ley Título IX, que igualó las posibilidades en el deporte tanto para mujeres como para varones: eso universalizó el acceso. Allá hay inversión, entonces elegís tu deporte para desarrollar tu carrera universitaria, y el fútbol aparece en ese marco. Hay una Liga fuerte y hay muchísimas futbolistas.
¿Imaginás algún día competencias de fútbol mixto?
Yo creo que empiezan a haber competencias de fútbol mixto. No en el alto rendimiento, pero sí en el deporte más social. Hay clubes que tienen sus escuelitas de fútbol mixtas, que comienzan a promover esa práctica no sólo en fútbol sino en distintos deportes. En el alto rendimiento no aparece por ahora como una posibilidad, no sé si lo vamos a ver. Creo que ahí radica justamente la tensión actual en cuanto a que avanzamos un montón en romper con los binarismos, naturalizar que hay identidades diversas, y eso pone en tensión el vinculo con el ámbito del deporte porque la estructura del deporte es binaria en su máxima expresión: hay disciplinas masculinas y disciplinas femeninas. Entonces aparece la pregunta: ¿Qué hacen las otras identidades cuando no entran en ninguna de esas dos definiciones? ¿Qué pasa con la estructura del deporte? Esto es parte del debate actual, que me parece súper interesante
¿Qué se está haciendo y qué le falta a Argentina para competir de igual a igual con las potencias?
Se está avanzando en distintas cuestiones. Cada vez hay más clubes que incorporan el fútbol femenino. Al mismo tiempo esto se da en el alto rendimiento. Hay proyectos de la AFA para desarrollar la disciplina. Con contradicciones, porque hay proyectos muy buenos pero que después cuesta llevarlos a la práctica o que se contradicen con lo que sucede. Para competir con las potencias falta mucho desarrollo: la posibilidad de poder establecer una carrera continua para las futbolistas desde su acceso al deporte, mejorar las condiciones de entrenamiento, federalizar la competencia para que haya más jugadoras en todos los puntos del país, y que la Selección Nacional tenga más roce y una continuidad adecuada para elevar el nivel. La igualdad salarial también mejoraría la situación de las futbolistas en Argentina.
¿Quiénes son tus ídoles futbolísticos y por qué?
Cuando era chica eran varones, todos los jugadores de Boca de la época: el Beto Márcico, Maradona, etc. Luego, cuando comencé a investigar, se sumaron Betty García, Elba Selva, todas las mundialistas del 71 eran ídolas y pegaría sus posters en mi habitación. También distintas jugadoras comola Zurda Gómez, Florencia Bonsegundo, Lorena Benítez, Camila Gómez Ares, Vanina Correa y Macarena Sánchez, que creo que fue fundamental y va a tener un lugar clave en la historia del fútbol femenino en la Argentina.