PROYECTO ARTIGAS: CONVERSATORIO CON SERGIO JOB

POR SANTIAGO LECUNA. PEÓN GENERAL Y DELEGADO LÍNEA A.

“El problema de este país no es que no hay riqueza, sino que la tienen muy pocos” (Sergio Job)

La ocupación de terrenos en Guernica (Buenos Aires) y la disputa por los campos de la familia Etchevehere en Santa Elena (Entre Ríos) pusieron en primera plana un tema del que se discute poco y nada: el derecho a la vivienda, a la tierra y a la producción de alimentos.

Uno de los espacios que mayor notoriedad tuvo en esas semanas híper mediáticas de octubre y noviembre fue el Proyecto Artigas, una red integrada por movimientos sociales, profesionales del derecho, la comunicación y el cuidado del ambiente.

Entendiendo la importancia del debate que afecta nuestra calidad de vida actual y futura y para conocer más del Proyecto Artigas, invitamos a Sergio Job a un conversatorio virtual donde estuvieron presentes integrantes del Secretariado Ejecutivo, delegadxs, y compañerxs de la AGTSyP.

Sergio Job es sociólogo y abogado penalista. Es parte del Proyecto Artigas, que hace algunas semanas irrumpió en un campo de la provincia de Entre Ríos para defender el reclamo de Dolores Etchevehere, hermana del ex presidente de la Sociedad Rural y Ministro de Agroindustria de Mauricio Macri.

Durante la charla que organizaron las Secretarías de Formación y de Prensa de la AGTSyP, habló sobre cómo la inmensa mayoría del campo argentino tiene por objetivo maximizar las ganancias de sus dueños y no garantizar la alimentación del pueblo. También, desde una perspectiva legal, explicó las tergiversaciones que suceden ante las tomas de tierras.

Sergio Job, sociólogo y abogado penalista.

Consultado sobre qué es el Proyecto Artigas, contó que esta experiencia se enmarca en el llamado Plan de Desarrollo Integral pero que “la parte más rural se especifica en el Proyecto Artigas.” El nombre del prócer uruguayo estuvo en el centro de la escena cuando militantes de distintas organizaciones rurales de todo el país acompañaron a Dolores Etchevehere en el reclamo por la parte de su herencia. Lo que puede interpretarse como una cuestión personal o familiar adquirió múltiples tonalidades, porque también puso en la centralidad la cuestión de la propiedad de la tierra en Argentina. Y de cómo los dueños de la tierra utilizan todo su poder y su maquinaria judicial y política, para defender sus privilegios.

Dolores estaba reclamando su parte de la herencia que está indivisa desde el 2011, año en el que murió el padre, porque para poder dividir la herencia tiene que haber primero un inventario de toda esa herencia.” Es decir, que la herencia no está repartida entre los herederos porque no está determinada cuál es la riqueza de la familia. “Quienes conducen la familia son los Etchevehere hombres. Sistemáticamente se han negado a confeccionar al inventario, porque hasta este momento se han dedicado a vaciar empresas para que no quede nada en el acervo hereditario. Dolores comienza a ver que se va achicando el acervo hereditario, que el poder político y jurídico de la provincia los cubrían. Así llega a la decisión de tomar lo que es suyo. En este caso, uno de los tantos campos que tienen. Lo hace en el carácter de dueña del lugar al estar indivisa la herencia. No hubo ningún tipo de violencia al ingresar, hasta había un escribano, porque estaba ingresando a su casa.”

Sergio agregó que: “El 40% de la herencia que le corresponde por derecho propio en la medida que tenga acceso, va destinado a desarrollar una de estas comunidades que estamos organizando desde hace un tiempo.” Por supuesto que esa no era la aspiración de los Etchevehere para ninguna de sus propiedades. El Proyecto Artigas parte de la base de considerar a la concentración de la tierra un problema urgente a resolver, que en realidad es un problema para una enorme mayoría, pero también un negocio para una minoría: “Quienes tienen la tierra son muy pocas familias y empresas multinacionales que las consiguieron en base a genocidios y siguieron la continuidad de esa dinámica. Eso para nosotros hay que repartirlo entre quienes queremos recuperar el campo para vivir dignamente.” Así, en el trasfondo de la discusión sobre la herencia familiar también hay una discusión sobre quién tiene la tierra y para qué, si para alimentar al conjunto de la población o para exprimir las ganancias de un grano a precio dólar.

Los hechos en Entre Ríos coincidieron con la toma de tierras en la localidad bonaerense de Guernica, que terminó en la represión policial de los ocupantes que quedaban. Al respecto, Sergio se encargó de aclarar que: “Hay un error inducido por parte de los medios de comunicación de querer mezclar el título con la posesión.” Y acude a la legislación vigente: “El código civil establece que la propiedad para ser perfecta tiene dos elementos: título y posesión. Dos elementos distintos. Si tenés las dos cosas, como por ejemplo el título de tu casa y la posesión, es propiedad perfecta.” O sea que: “la posesión es uno de los elementos y el título es otro. Sucede que el título, cualquiera que tiene plata lo consigue por medio de un escribano.” Señaló que el artículo 181 del Código Penal que establece la cuestión de la usurpación defiende a los poseedores: “¿Quiénes son los que poseen? Los que están efectivamente en el lugar, los que están alambrando, tienen construido o sembrado algo en el lugar. Son signos posesorios. Uno no tiene derecho a poseer. Uno posee, dice el código, porque posee. Es un hecho. Si hay un lugar que no está alambrado, que no está construido, que no está sembrado, en el que no hay nadie viviendo, no hay posesión. Puede haber alguien que tenga el título, pero no hay posesión. Entonces la inmensa mayoría de la gente que tomó tierra no entró y sacó de los pelos a la gente que estaba viviendo ahí. Muchas veces son lugares abandonados hace un montón de años, que estaban sin alambrar, sin sembrar, sin construir.”

Yendo a la reglamentación legal, quiso contrarrestar la lectura de los medios masivos de comunicación cuando hay una toma de tierras: “Es absurdo que digan que ahora vienen por tu departamento porque tomaron tierras en Guernica. En un departamento, tenés una cerradura. Ahí sí hay usurpación, hay violencia sobre las cosas o si hay alguien hay violencia sobre las personas. En Guernica no había nada.” Además, señaló: “La enorme mayoría de tomas que existen no son delitos, no son usurpación. Sino que es una institución que está establecida en el código civil que es usucapión, ¿cómo puede ser que sea delito algo que está establecido en el código civil como forma de adquisición de la tierra? Antes de que la tierra se compre y se venda, antes de una lógica capitalista, se implementaba mediante la usucapión para que entre a un registro formal. Es el mismo mecanismo que usan las empresas inmobiliarias para construir grandes barrios o ciudades, pero que cuando lo usan los ricos está bien y cuando lo usan los pobres está mal. No puede ser un delito algo que establece el código civil como una forma de adquirir la tierra. Actualmente, como se configura, es mentira que la toma de tierra es delito. En Guernica las tierras no estaban alambradas, no había gente viviendo.”

De esta manera, el Proyecto Artigas tiene una mirada crítica sobre cómo está distribuida y se usa la tierra. Al respecto, Sergio ilustró con un dato: “El 60% de los alimentos que consumen los argentinos lo producimos nosotros siendo que tenemos menos del 20% de la tierra en nuestras manos.” Cuando habla de “nosotros” Sergio hace referencia a productores pequeños que obtienen un margen de ganancia estrecho y cuya producción de alimentos está destinada, nada más y nada menos, a la mesa de los argentinos y argentinas. El dato también muestra que gran parte de la tierra cultivable de nuestro país, el 80% restante, tiene un fin distinto. Se trata de una producción dedicada a la exportación, principalmente de soja. No sólo esa producción se va del país, sino que la ganancia por su comercialización al exterior (en dólares) también abandona el país beneficiando solamente a los pocos que tienen la propiedad de esa tierra. Por eso, una de las consignas del Proyecto Artigas es, en palabras de Sergio: “Una tierra al servicio de producir alimentos, no de la especulación financiera.”

En este sentido, planteó un cambio de prioridades: “Creemos que se tiene que producir para que a nadie le falte un plato de comida. No hay que estar primero a merced del mercado y ver cuántos dólares se pueden producir a partir de eso, porque con ese modelo hay especulación que genera inflación, escasez, y se rompen cadenas de pago. Entendemos que lo primero que tenés que garantizar es lo más básico: tierra, techo, trabajo y, por lo tanto, alimento para el conjunto de los argentinos.”

Como medidas concretas para ir hacia un modelo que garantice un plato de comida para todos los argentinos Sergio sostuvo que: “Es imperioso tener estabilidad en la tierra. La mayoría de la pequeña producción paga alquileres altísimos que están a precio dólar porque están en función de la soja y de los insumos de la soja, que están en dólares. Como si todos fuéramos sojeros.” Otra propuesta es la implementación de “salarios sociales por arraigo, lo que permite cierta estabilidad, porque estamos hablando de una economía de subsistencia, no estamos hablando de una economía que está pensando en comprarse un yate como hacen los sojeros. Hablamos de subsistir y vivir con cierta dignidad y no ser expulsados a las villas de las grandes ciudades como pasa desde hace años. Eso también da estabilidad al consumidor en la medida que el productor tiene estabilidad y una rentabilidad mínima, y no hay especulación. De esa manera el precio del alimento es estable y previsible.”

Para el final, pese a la distancia que puede haber entre una comunidad rural y una estación de subterráneo, quedó marcado un trayecto en común. El transporte público como un derecho y no como una mercancía, bandera de AGTSyP, tiene el mismo sentido que considerar que la producción del campo debe estar orientada a toda la población y no a buscar una rentabilidad extraordinaria para unos pocos. El transporte, la alimentación o la vivienda no pueden estar regidas por una lógica empresarial, de costo y beneficio. No se puede excluir a miles de viajar a su trabajo, de tener un plato de comida o de tener un techo. Las condiciones de dignidad básica deben ser garantizadas, independientemente de la rentabilidad de la misma. De otra manera, el costo social es el que estamos pagando: miles durmiendo en la calle o alquilando a un precio usurero, alimentos encarecidos por la especulación que dejan a tantos otros por debajo de la línea de pobreza o indigencia, un boleto de subte que aumenta, y que parezca que viajar en transporte público sea un privilegio. En la ciudad y en el campo, desde la diversidad, la lucha es la misma. A favor de una vida digna, en contra de una vida precarizada.