Milena Fernández (14 años). Foto: Tomás Gómez, Línea B (Festival Mastai, Mercedes 11-11-2019)
En el aula suena el rap de Wos, “Canguro”, ahora sí estamos al cien. Somos pocxs los wachines en el curso de la escuela técnica de Escalada. Sin embargo, la música suena y se extiende por los rincones del aula. Uno salta, canta y tira patadas. Mientras, suena como un himno:
“Patada de canguro,/
Golpe duro no vamo’ a para’/
Esto negro, te lo juro/
traje cianuro/
pa’ meterles en el trago/
cinco minutos acá/
Y ya estamos causando estragos”
A pesar de que el gobierno no quiere resistencia, nosotres somos hijos de la misma pobreza. Es esto lo que cuenta entre su extensa letra, la misma historias que se vive a barrio. Ejemplo: esa gente que vive desempleada que no puede tener acceso a alimentos y tiene que ir a comedores por la falta de dinero. Otras que no llegan a mitad de mes a pesar de que trabajen muchas horas.
“No para de toser trabajando 12 horas/ cobra dos monedas al mes/ pa’ mantener cuatro personas/ y no hables de meritocracia,/ me da gracia,/ no me jodas que sin oportunidades/ esa mierda no funciona,/ no hace falta gente que trabaje más,/ hace falta que con menos/ se pueda vivir en paz”
En esta situación los adolescentes parecemos barderos (peligrosos) entonces aparece el Estado con su fuerza policial
“Fuera la yuta que meten al barrio, le tira a los pibes y le mata los sueños”
La respuesta no tarda en escucharse “Patada de Canguro…” somos los que caímos en la escuela pública y vamos a demostrar que nosotres podemos hacer lo que queramos hacer. Que está en nosotres resistir, vamos a pedir oportunidades a exigir nuestros derechos. Porque en el barrio, en la escuela y en la música, los pibxs gritamos al futuro