El paro a la dictadura. Entrevista a Germán Valdivieso: “Mis compañeros pararon y me salvaron la vida”

POR ANDREA SALMINI, BOLETERA DE LA LÍNEA B.

El 26 de octubre de 1979 los trabajadores de subte le hicieron paro a la dictadura militar y ganaron. Germán Valdivieso tenía 30 años. Era conductor de la línea B, dirigió ese paro y fue detenido por la Policía Federal. Inmediatamente sus compañeros volvieron a desafiar a la dictadura y pararon hasta que lo liberaron. Cinco horas después Germán recorrió la línea B de Lacroze a Alem saludando desde la cabina del tren a los compañeros que le habían salvado la vida y lo esperaban en los andenes.

Germán entró de peón en octubre de 1976, fue boletero y desde octubre del 78 conductor. Llegó a Buenos Aires huyendo de Tucumán dejando atrás la carrera de Ingeniería. Cursaba el último año cuando lo conmovió el Tucumanazo, un movimiento de estudiantes que pedían comedores para todos, y se convirtió en un militante estudiantil.

Entró al subte porque era fácil entrar, el sueldo era muy malo y no era un trabajo muy apreciado. Conocía a Eduardo Urban, guarda de la B y a algunos otros compañeros por su militancia en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Cuando entró trabajaba a la mañana y tenía buena relación con los compañeros más antiguos. Se afilió a la UTA y le hacía tramites y favores a los que no pudieran ir al sindicato. Se ganó así cierto reconocimiento en la línea B. La UTA le ofreció ser adscripto a la comisión directiva y trabajar en el sindicato. Lo aceptó luego de consultar con sus compañeros. Era la manera de ganar cierta legalidad en plena dictadura militar.

La UTA era vista por los trabajadores como cómplice de los militares pero era el gremio que había y Germán decidió usar la legalidad que le ofrecía la UTA para recorrer otras líneas. A fuerza de caminar, se hizo muy conocido en la B, dónde lo consideraban el delegado.

Ya a fines del 78 se reunía en los túneles con algunos compañeros del PST de otras líneas. En la línea C “El Petiso” Manfredi del PC, se encargaba de organizar las reuniones y de garantizar la seguridad. Trabajaba en mantenimiento eléctrico y conseguía lugares donde reunirse en los túneles y compañeros que avisaran si había algún peligro. A esas reuniones iban compañeros de todas las líneas: de la B “El Gordo” Gómez, “El Negro” Islas. De la línea A participaban dos simpatizantes de los Montoneros, de la D alguno de los Cabrera (había dos hermanos, uno está desaparecido). También en la línea D está desaparecido, Juan Carlos Correa el militante del PST.

-¿Cómo se llega al paro de octubre de 1979?

-Teníamos una organización gremial clandestina, había mucha bronca por el salario. Era muy malo y las condiciones de trabajo también. Los más jóvenes eran menos concientes del peligro que corríamos. Gobernaba la dictadura pero en el subte no se hablaba de eso.
En la línea B, la única medida que se tomaba de conjunto era negarse a hacer horas extras. Todos los trabajadores del subte nos negábamos a hacer horas extras porque nos querían imponer las 7 horas. Hacíamos trabajo a reglamento para protestar por las malas condiciones de trabajo y el salario. En la línea B hicimos un petitorio pidiendo mejoras salariales y contra las 7 horas y se firmaba en forma clandestina. El petitorio se firmó casi el 100 %. Los más viejos hablaban con los mÁs jóvenes y firmó todo el mundo. Firmamos el petitorio y no había a quien entregarlo. Entonces se lo dimos a la UTA. Sabiendo que la UTA lo iba a cajonear. Esa pequeña gran acción me convirtió en referente.
A principios del 79, ya tenía bastante prestigio. A la reunión de todas las líneas las llamamos Comisión Obrera del Subte, en homenaje a la ComisIones Obreras españolas

-¿ Cuándo te diste cuenta que te habías convertido en un referente?

-Cuando me llamó el jefe de línea para suspender a un conductor que había cometido un error. Querían sancionarlo con un mes de suspensión. Era una injusticia tremenda. Les comenté a los compañeros en la cabecera y los compañeros mas viejos me dijeron que no se aceptara ninguna sanción, ni un día. Me dieron ese mandato. Había mucha bronca.
Me mandaron a llamar de la sede central de Bartolomé Mitre. Allí me esperaba el Interventor, el ingeniero Córdoba. Me ofrecieron casa, indemnización, auto. Me negue e insistí en el mandato: ni una sanción. El jefe de todas las líneas, Mccormack me dijo algo que nunca olvidé, que me estaba jugando por mis compañeros y que cuando los necesitara no iba a contar con ellos.

¿Cómo fue el paro del 79?

-En la línea B nos teníamos mucha confianza porque veníamos ganando batallas a la empresa. Entonces los compañeros de la tarde y noche era los más jovenes, no eran conscientes de que estábamos en plena dictadura y que si nos equivocábamos podíamos perder la vida. Ellos presionaban mucho por parar por el salario. Yo les explicaba que no estábamos para parar porque no teníamos organización en todas las líneas.
En la reunión de la Comisión Obrera se notaba que no había condiciones para el paro de todas las líneas. Entones me opuse a los paros. Era una situación muy fea, muy estresante, yo creía que era muy difícil ganar y que iba a haber represión.
En una reunión de activistas de todas las líneas y simpatizantes del PST se votó el paro, y yo lo acepté. Fue el 25 de octubre. El 26 no se movió un tren, en la A se movieron la mitad con supervisores, en la C y D un tercio con supervisores y la sorpresa fue la E que paró totalmente sin organización gremial. El paro duró 24 horas. Rápidamente interviene la UTA para negociar. Nosotros no intervenimos en la negociación. A la UTA la sorprende el paro tanto como a la empresa. La empresa se comprometió a dar aumento.

¿Cuándo te detienen?

-Cuando terminó el paro. Cambie de turno. Y me detuvo la Policía cuando salí del vestuario a tomar servicio con “El Negro” Islas, mi compañero guarda. Ví al Jefe de Servicio con tres polícias junto al Jefe de Tráfico Mccormack. Me llevaron a la comisaría de Chacarita. La noticia de mi detención se extiendió por todas las líneas. “El Negro” Islas era muy joven y no tenía experiencia gremial. Los compañeros ya le pedían hacer algo por mi detención. El jefe de conductores, Peralta, mandó a un supervisor y a Islas a la comisaría a averiguar las razones mi detención. En la comisaría le dijeron que me van a a liberar. Mientras esto sucedía mis compañeros hablaron de paro y el peón Irimain llamó por los telefonos internos preparando el paro. Creo que la empresa sabía que el paro iba a ser total.

¿Cuándo y por qué te liberan?

-En la comisaria me sacaron de la celda y me interrogaron dos tipos de Policía Federal, División Orden Gremial. Me interrogaron sobre qué iba a pasar en el subte por mi detención. Les dije que creía que me iban a defender y que iban a parar. Entonces me preguntaron qué debería pasar para que no hubiera paro, le contesté que mis compañeros deberían verme. Inmediatamente me hacieron firmar una declaración y me subieron a un Ford Falcon y me llevaron a la estación Lacroze apurados con sirena encendida. Me bajaron al andén sentido a Alem. Allí, el peón Iramain, el organizador del paro, me vió y me preguntó: “Valdiviezo ¿ya está?”. Le hice señas que sí. Los jefes me subieron al tren que había llegado, enganchado dos o tres trenes y venían muchos trabajadores. Hicieron el trencito porque empezaba el paro. El tren lo conducía “El Gallego” Miguelez. Me dieron salida y yo salí. En la cabina iba el jefe. Nosotros íbamos tocando bocina y los compañeros saludaban en las estaciones.

En ese momento pensé que no habíamos pedido garantías para que no hubiera represalias. A los dos días, cuando estaba llegando a tomar servicio, unos compañeros me avisaron que no fuera porque estaban todos los puestos tomados por la Policía con orden de detención para 14 compañeros. No fuimos a trabajar, “El Gordo” Gómez, Islas y yo, en la B.

Hicimos una reunión en la casa de un compañero. Allí mi partido, el PST, nos recomendó presentarnos a trabajar. Yo me negué y el resto también. Por eso en mi legajo figura: “Abandono de tareas”.

Todos terminamos sin indemnización y sin nada. Reflexionando, 40 años después, me parece que hicimos lo correcto. No teníamos garantía de lo que podía pasar con nuestras vidas. Creo que estuvo bien no entrar. Estamos vivos.