SAN ISIDRO TAMBIÉN ES AFRO

POR: FABIANA ALTAMIRANDA, FRENTE SAWABONA Y JORGE “TANO” PISANI METRODELEGADXS

La Revista Acoplando en conjunto con el Colectivo Sawabona realizan esta apasionante entrevista al Padre Oeyen en la Catedral de San Isidro, sobre la época de la esclavitud en esa zona. De la mano de Jorge “Tano” Pisani (Sec. de Cultura de AGTSyP-Metrodelegadxs) y de Fabiana Altamiranda (activista afrodescendiente referente del Colectivo Sawabona), nos adentramos en una parte tan importante de la historia como poco difundida para la mayoría de nosotres, ocurrida en la zona norte de la provincia de Buenos Aires y que el Padre se ha dedicado a investigar durante los últimos años.

El Padre Pedro Oeyen proviene de una familia belga que escapó de la II Guerra Mundial. Su familia conoció los horrores de la Gran Guerra y no queriendo pasar de nuevo por esa trágica experiencia, decidió arribar a la Argentina en el año 1939, luego de descartar otros lugares en los que acabarían siendo partícipes directos o indirectos del conflicto.

Escribió el libro “Esclavos en San Isidro: Una verdad escondida” en dos tomos. Dicha obra se originó leyendo a otros autores y realizando investigaciones propias que fueron surgiendo en el proceso mismo. Todo comenzó con un artículo, pero por el caudal de material terminó tomando la forma de un libro sobre la esclavitud en los tiempos del Virreinato y durante el primer gobierno patrio.

Entonces usted empezó hace 50 años…

– Hace más de 50 años me interesó el tema porque descubrí que en los libros de la parroquia, que existe desde el año 1730, había inscripciones sobre esclavos que fueron bautizados, que se casaron, defunciones de esclavos, y eso me generó curiosidad.

Los años pasaron, estuve muy ocupado con otras cosas y hace siete años me jubilaron. Elegantemente se dice “párroco emérito”, como el Papa Benedicto a quien nombraron de esa forma. Eso significa Papa jubilado o cura jubilado, con lo cual sigo celebrando misa y confesando como sacerdote, pero no tengo a cargo la conducción de la parroquia, su administración, el mantenimiento edilicio, la contratación de personal o la organización de actividades. Todo eso dejé de hacerlo teniendo ya 75 años. Entonces pensé en hacer algunas cosas que tenía pendientes y que nunca tuve tiempo de hacer. Primero, me dediqué a concluir otros temas, y después me metí en esto sin tener la menor idea sobre la esclavitud. No me quedé sólo con los datos de bautismo, casamiento y defunción, sino que empecé buscar bibliografía sobre el tema. Una bibliografía muy amplia, en su gran mayoría escrita en los últimos 20 o 30 años, cuando la cuestión afro comenzó a suscitar mayor interés. Así surgió la inquietud, como algo que me interesaba investigar.

A medida que me fui interiorizando, me conmovió la situación de los esclavos, aunque aquí se los trataba mucho mejor que en otros lugares del mundo. En la zona de San Isidro, que es en donde yo investigué, había campos no demasiado grandes. Eran chacras de entre 100 y 120 hectáreas en las que se sembraba trigo, y no se necesitaba mucha mano de obra para sembrarlo y cosecharlo, ya que durante todo el tiempo de crecimiento no requería de un gran mantenimiento. La gente de acá no era muy rica, era gente de campo, chacareros que a lo sumo tenían uno, dos o tres esclavos que prácticamente estaban incorporados a la vida familiar. Por todo esto, el trato era muy distinto que en otros lugares en los que había plantaciones de caña, de algodón, extracción de caucho como en Brasil, trabajo como en las minas de Colombia, o en Bolivia. Es decir, el trabajo era totalmente distinto y la vida también lo era.

No eran centenares de esclavos pertenecientes a un dueño, sino que era un dueño al que le costaba comprar un esclavo. El valor de un esclavo en esa época era el mismo que comprar una casa, entonces no cualquiera podía comprarlo. Sólo un 20% de los chacareros tenía un esclavo, y tenían pocos. Primero, porque no lo necesitaban; segundo, porque no tenían plata para comprarlos y en esta zona casi no había esclavos de servicio doméstico porque el hombre le decía a su mujer “mira, por acá ya te encargás vos. Yo lo necesito a él para trabajar conmigo”. Por eso, la gran mayoría de los esclavos aquí eran hombres y había pocas mujeres esclavas. Eso lo descubrí estudiando lo que decían los libros parroquiales.

Esa realidad me fue golpeando, lastimando, me fue diciendo que acá había un tema doloroso que necesitaba ser hablado. No puede ser que se haya callado esto durante tanto tiempo.

¿Se sabe si los esclavos venían de alguna zona en particular de África? se habla de que venían de Brasil, se compraban allí…

– Aquí no hay mucho registro de que haya habido una gran cantidad de esclavos de origen brasilero. Sin embargo en otros lugares, dicen quienes han estudiado el tema que había más o menos la misma cantidad de origen africano que de origen brasilero en esta zona.

¿Y en esta zona la gran mayoría eran…?

– Africanos sobre la costa del Atlántico. Pocos venían del lado del Océano Índico, del otro lado de África.

Se debía a cuestiones económicas y de traslado seguramente…

– De traslado económico, porque el mercado de los que vivían del lado del Océano Índico estaba más en los países del sudeste asiático. Los chinos, los japoneses y los malayos también tenían esclavos. Es un dato que me acabo de enterar. Tenían esclavos negros que venían fundamentalmente de Mozambique, de Etiopía y de toda la costa índica. De la costa del Atlántico venían más para acá y la mayor parte de los que llegaban tenían más de los países portugueses. Sobre todo de Angola, uno de los grandes proveedores, pero también venían de otros países como el Congo, y otros lugares.

El tema es que en los registros, salvo muy pocas excepciones, lo que se señala es el puerto de embarque que es donde los embarcaron, la etnia, y dónde los habían capturado dentro de África, pero no figura de dónde salieron. Y aquí hay que hablar de cómo capturaban a los africanos. Habían dos caminos: uno eran las guerras tribales, en las que una tribu africana peleaba con otra y antiguamente mataba al enemigo. En algún momento se plantearon “es mucho más piola venderlo. Le sacamos algo antes que matarlo, lo vendemos, nos lo sacamos de encima. Ya no es nuestro enemigo y encima ganamos plata”, entonces se generaba todo un comercio intraafricano por todas las luchas tribales y étnicas que existían, que siempre existieron y que siguen existiendo actualmente. Han pasado cosas horribles en África las últimas décadas, por las matanzas que hubo entre ellos.

El otro camino tenía que ver con gente que los capturaba. Personas que se internaban en África, capturaban uno o varios esclavos y los llevaban a la costa para venderlos. Entonces, se convertían en víctimas de los traficantes de esclavos. Una vez que se embarcaban, se desarrollaba todo el comercio que se establecía en ese mundo.

Antes, cuando se estudiaba economía de esta zona del Río de la Plata, se mencionaba la venta del cuero o de la carne salada para exportar a Europa, y después con el tiempo se fue descubriendo que en la zona norte se cultivaban más que nada cítricos y similares. ¿Usted sostiene que San Isidro era una zona de trigo ya para la época de la colonia?

– Sí, desde la primera época, porque era el trigo que alimentaba a la Ciudad de Buenos Aires. El pan que se comía en Buenos Aires provenía de esta zona, el trigo se traía de acá. En la zona de San Isidro había cuatro molinos.

Deberían ser molinos gigantes ¿no?

– No, no eran molinos de viento, sino que eran tirados por caballos. La piedra del molino se llamaba “atahona”. Hay una zona en Villa Adelina que todavía se llama la zona de “la atahona”. Actualmente le quitaron la “a”, se dice “latahona”. Antes había una quema, se quemaba ahí.

Algo que llama atención, por lo que nos cuenta usted, y en referencia a la conquista de Centroamérica, es que se dice que era muy marcada la diferencia militar entre españoles y aztecas, ya que los españoles mataban y los aztecas estaban acostumbrados a guerras de captura del enemigo. Resulta llamativo que las tribus africanas también se dedicaban a capturar hombres…

– No sabría decirlo con exactitud ya que no me dediqué a estudiar la conquista de Centroamérica como para poder trazar una similitud en esa parte, pero sí son cosas que existen, realidades que existieron en la historia. Yo soy historiador aficionado, nunca realicé estudios históricos sistemáticos, no tengo ningún título de nada, pero me interesa la historia. Leo, escribo, investigo, en general temas locales, temas de estas zonas porque es mucho más fácil conseguir la documentación. El gran problema de la historia es no escribir de oído, sino buscar los documentos que fundamenten eso que se afirma. Confirmar lo que se decía verbalmente. A veces conviene decir “esto no era así”.

¿Toda la documentación de la iglesia que usted estudió, está digitalizada o en proceso de digitalización?

– No. Creo que hace muchos años fue microfilmada por los mormones. Ellos han hecho un trabajo de digitalización con toda esa documentación, incluso lo han hecho en el mundo entero, con unos archivos impresionantes en Estados Unidos. Se los puede consultar, por supuesto pagando una cuota para que te lo habiliten como en todos lados, pero no es caro.

Lo han hecho porque en la religión de los mormones hay un punto que es muy llamativo para nosotros que pensamos distinto: ellos pueden bautizar a los muertos. Entonces, siempre que haya algún vínculo con ese fallecido, pueden hacer que se adhiera a su iglesia, cosa que para nosotros no es posible porque ya está fallecida la persona. Pero para ellos sí es posible, entonces tratan de rescatar y salvar el punto de vista religioso de todos los antepasados que encuentran. Por eso han digitalizado documentación en el mundo entero, primero microfilmada y luego digitalizada.

¿Se puede consultar si son las páginas que están abiertas?

– Hay consultas que son gratuitas, y otras relacionadas a documentación más específica requieren abonar una cuota.

¿En el estado de esclavitud se podían casar?

– Sí. Muchos no lo hacían. Aquí en esta zona, el nivel de nupcialidad, de casamiento, era bajo para todos. Igual se casaban, por supuesto, y tenían hijos, y muchos tenían hijos sin casarse. No siempre viviendo en pareja, porque el nivel de la esclavitud llevaba a que la convivencia fuera en lugares muy reducidos. Es decir, acá la gente vivía en ranchos, y en un rancho no hay mucho lugar. Vivían en el mismo ámbito hombres, mujeres, solteros, casados, esclavos, libres…

Posiblemente hasta animales, ¿había establos abajo de las habitaciones?

– No, porque acá el clima no obliga a eso. En Europa, en cambio, el clima condiciona a eso por ser tan frío. Aquí no, hay un clima templado. El invierno nunca es tan duro. Dentro del rancho, con colocar un brasero, ya calienta.

¿Y por qué caracteriza el bajo nivel de nupcialidad en general?

– No es algo que yo haya estudiado específicamente, pero otros lo señalan y se ve reflejado en los censos. El censo del año 1810 que se hizo sobre toda la población, arroja que más del 80% de la población no estaba casada, casi toda la población completa.

Acá, según la época, entre el 70 y el 80% de los esclavos eran hombres y sólo había entre un 20 y 30% de mujeres. Eso achica todavía más las posibilidades, las chicas eran cotizadas en un nivel muy alto. Ellas, además, no se “regalaban” fácilmente, era cuestión de valorizarse. Había mucha demanda, pero lo que descubrí también es que los africanos cuando llegaban en primera generación, se casaban con africanos en un 70 u 80%. En cambio, ya en la segunda generación, casi el 70% se casaba con alguien no africano, lo cual significa que empezó a haber una gran mezcla racial que hizo que los rasgos característicos de las razas africanas se fueran perdiendo rápidamente. “Mulatos” les decían a los africanos mezclados con blancos , y “zambos” les decían a los africanos mezclados con indígenas. Era muy frecuente.

Acá los indígenas eran los guaraníes, los querandíes ¿había registros de esa mezcla?

– Acá no. También habían muchos que venían del norte, porque los indios que estaban acá en la Pampa, los tehuelches, eran muy agresivos y no se integraban a la población. En cambio, los guaraníes se fueron integrando a través de las reducciones jesuíticas. Se fueron civilizando por el trabajo que hicieron fundamentalmente los misioneros. Grandes cantidades de indígenas fueron incorporándose de distintas tribus. Diaguitas y demás.

¿Venían aimaras? ¿quichuas también había en esta zona?

– Sí

Los patriotas, había algunos incluso de la Primera Junta que eran esclavistas que vivían de la venta…

– Todos tenían esclavos. Algunos traficaban. Martín De Álzaga, por ejemplo, acabó siendo ajusticiado luego por los mismos patriotas, porque descubrieron que estaba conspirando contra los revolucionarios habiendo sido denunciado por un esclavo. Lo apresaron y lo colgaron. Martín De Álzaga era un gran traficante, él normalmente compraba a los africanos que traían al puerto. Traer un esclavo implicaba un riesgo porque el viaje era largo y podían pasar muchas cosas en el mar. Había que alimentarlos y demás, y se moría una gran cantidad durante el trayecto. Normalmente, se moría un tercio de los que traían y a veces muchos más. En una ocasión, De Álzaga pensó que debía ser un buen negocio comprar en África y traerlos: “voy a ganar más plata si mando un barco en lugar de comprarlos acá”. Contrató un barco allá y cargaron 300 esclavos. Llegaron vivos a Buenos Aires solamente 30. Es que el problema eran también las pestes y las enfermedades, una vez que se enfermaba uno se enfermaban todos. Estaban amontonados en las bodegas y el contagio era imposible de evitar. Parece que en aquella ocasión hubo además falta de alimentación, ya que muchos se murieron de hambre y por falta de agua potable. El viaje por el mar demoraba demasiado a causa de las tormentas y empezaba a escasear todo. La cuestión es que se le murió el 90% de los embarcados, y él tan tranquilo porque “no fue un mal negocio”…

Asesinó a 270 personas… pero es un patriota. O sea, la historia de los patriotas no siempre es tan transparente como parece, pero era el fruto de una época.

¿Y de Acasuso qué información existe?

Acasuso era traficante de esclavos. Domingo De Acasuso es un hombre que vino aquí como soldado raso a cumplir la conscripción. Es decir, era un soldado de leva, y pocos años después era un rico comerciante. ¿Cómo se enriqueció este soldado que llegó con una mano adelante y otra atrás? Obviamente no fue trabajando como soldado porque la paga de un soldado era muy baja.

Siempre hubo interrogantes, y los descendientes de él decían que la leyenda que  les transmitieron fue que él mandó a comprar a Perú, a Lima, un cajón de tachuelas de cobre que cuando llegaron a Buenos Aires resultaron ser tachuelas de oro. Entonces, hombre muy honesto, mandó a decir “¿Qué me mandaron ustedes?” y los comerciantes allá dijeron: “que eran de cobre como usted pidió” entonces él dijo: “¡Milagro, Dios lo transformó!”.

En cambio, la historia nos dice que él era comerciante de esclavos y de otras cosas acá en Buenos Aires. Un hombre no tan transparente, pues también tenía problemas: no pagaba los impuestos. Ocupaba un cargo importante en el Cabildo, era auditor, entonces se las arreglaba para no pagar. Estafó a sus descendientes porque el día que se murió, de golpe, la justicia incautó la mayor parte de sus bienes porque debía impuestos. Él no sólo construyó la primera capilla que hubo aquí en el año 1720.

¿En esa capilla trabajaron los esclavos?

– Sí, trabajaron esclavos para construirla, y compró este terreno grande que donó a la capilla para que el cura pudiera mantenerse. También compró una chacra.

Y esta Catedral ¿en qué año se construye así?

– Este templo se empezó a construir en 1896 porque la otra capilla, ya después de mucho tiempo, no resistía más y se caía a pedazos, entonces a la que construyó él se le hicieron reformas, se la mejoró.

El libro “Esclavos en San Isidro: Una verdad escondida” en sus dos tomos fue publicado por Editorial Maizal en Noviembre de 2024 y puede adquirirse tanto en librerías como de manera online.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *