8M: VOLVIMOS A LAS CALLES
POR VAN COMMISSO, AUXILIAR LÍNEA E, LETICIA FONTANA, PEONA LÍNEA H Y ALDANA BORGO, PEONA LÍNEA H.
Luego de dos años de pandemia, las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries, tomamos las calles nuevamente en unidad y organización colectiva.
En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el movimiento feminista, que le supo hacer el primer paro al gobierno nefasto de Macri, en 2017, hizo temblar una vez más las calles, nuestros lugares de trabajo, nuestras casas y cada rincón que habitamos.
El 8M nos introduce en la perspectiva de género que da a luz al sistema patriarcal en el que vivimos, como también nos lleva a profundizar sobre el mundo del trabajo y las brechas que aún existen.
Este sistema patriarcal tiene como objeto organizar el mundo a través de una mirada andocentrista, es decir, el varón como centro del eje. Un sistema que impone sus lógicas hegemónicas, tomando como legítimo el género masculino como poder máximo del mundo.
La deuda es con nosotras y nosotres: Que la paguen quienes la fugaron.
Una de las principales consignas tuvo que ver con la deuda que contrajeron Macri y compañía en su gobierno. Los feminismos no estamos exentos de esto, sino todo lo contrario, somos las mujeres y el colectivo de diversidad sexual quienes nos vemos empobrecides por las políticas del neliberalismo y quienes también le ponemos el cuerpo para luchar contra ellas. Somos quienes paramos la olla en cada barrio, en cada territorio que habitamos, sosteniéndonos colectivamente en este período de pandemia que nos tocó atravesar.
En un documento colectivo, consensuado y discutido entre más de 200 organizaciones políticas, sociales y sindicales, le pusimos voz a nuestros reclamos y demandas, pero también destacamos lo que venimos logrando y conquistando a través de estos años.
El 8M abajo y arriba de la tierra.
Además del 8M, Marzo es un mes con fechas muy significativas: el 7, Día de la Visibilidad Lésbica, recordamos a “Pepa” Gaitán, asesinada por su identidad chonga visible, el 11 de marzo alzamos las voces y recordamos que hace un año nos falta Tehuel, un pibe trans que fue a una entrevista de trabajo y nunca volvió, cada 14 seguimos preguntándonos ¿Quién mandó a matar a Marielle Franco? y el 24 gritando “Memoria, Verdad y Justicia“.
Las y les trabajadores del subte estamos presentes en cada una de ellas, este 8M paramos en cada sector de nuestro trabajo para encontrarnos en las calles y abrazarnos. Volver con un paro feminista, después de dos años de pandemia, nos llena de alegría y orgullo. En general, marchar para reclamar derechos tiene algo emocionante, pero cuando es una marcha feminista, además, tiene algo místico.
Las calles se llenan de compañeras y compañeres, incluso antes de llegar al encuentro nos vamos cruzando y ya empezamos a sentir algo especial, como que por este día nos adueñamos de todos los espacios.
También pesa mucho la sensación de seguridad y protección que genera este movimiento. Acompañada por tu sindicato, tu agrupación, tus amigues o sola, sabés que vas a estar cuidada.
A diferencia de otras marchas, acá podés vestirte y maquillarte como quieras, podés bailar, saltar, tomar, reírte, llorar, y sabés que todas te vamos a cuidar, NOS vamos a cuidar, y nadie te va a juzgar.
En la macha perdés todas las inhibiciones, todos los miedos, todas las barreras que nos ponemos en el día a día cuando caminamos solas por la calle.
Volver a marchar nos recuerda nuestra fuerza y lo que valemos estando juntas y juntes. Muchas veces nos quieren hacer creer que somos enemigas, que tenemos que competir entre nosotras y degradar al resto, pero cuando nos juntamos y marchamos juntas, recordamos que unidas somos mejores y hacemos temblar al mundo.
Volvimos mejores, con más fuerza, con más convicción y cada vez más seguras que aunque vengan mil pandemias, al patriarcado lo vamos a tirar.