40 AÑOS DE LA HISTÓRICA HUELGA DE LOS MINEROS BRITÁNICOS

POR SANTIAGO LECUNA, DELEGADO, PEÓN DE LA LÍNEA A,

No fue solamente un conflicto laboral. Fue uno de los acontecimientos políticos más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Gran Bretaña. Cambió las bases en las que se sostenía la sociedad británica desde la Segunda Guerra Mundial y abrió pasó a la sociedad que conocemos hoy, la Neoliberal. Luego de la victoria sobre el “enemigo externo” (Argentina en Malvinas) Thatcher fue contra el “enemigo interno”: los obreros organizados. Se cumplen cuatro décadas de un conflicto que cambió la historia y que puede explicar el mundo de hoy.

Los motivos

Comenzó en Yorkshire, norte de Gran Bretaña, en la mina de Cortonwood. Lindero está el pueblo de Brampton que dependía económicamente de la actividad minera. Para 1984 el pozo minero tenía una vida útil de cinco años. El Gobierno conservador de Marageret Thatcher adelantó radicalmente su cierre a cinco semanas. Argumentó que el pozo abierto costaba más de las ganancias que generaba.

Generaciones de trabajadores mineros se encontraron con que ya no iban a tener fuente de trabajo. El Sindicato Nacional Minero (NUM, por sus siglas en inglés) lanzó una huelga general que se propagó por todo Gran Bretaña. Casi 150 mil obreros dieron un duro conflicto, de marzo de 1984 hasta marzo de 1985. Durante todo ese año los huelguistas no cobraron su sueldo. Muchos se endeudaron. Hubo enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre batallones de obreros y policías que dejaron un saldo trágico.

El Gobierno no escatimó recursos. Deslegitimó la protesta todo lo que pudo a través de los grandes medios de comunicación (incluyendo a la prestigiosa BBC), los aisló con el resto de la clase trabajadora, ahogó económicamente a los mineros y contrató rompehuelgas e infiltrados para quebrar el reclamo. La administración de Thatcher tenía en claro que era más que un conflicto laboral. La victoria para el gobierno era condición necesaria en su vocación de cambiar la sociedad británica.

La lucha de los mineros fue heroica. La organización, cuyo origen data de 1888, venía de una huelga nacional en 1974 que llevó a la ruina al Gobierno conservador de Edward Heath y lo obligó a convocar elecciones que terminó ganando el Partido Laborista. Para 1984, su líder, Arthur Scargil, llamó inmediatamente a una huelga general total ante los planes de los conservadores de cerrar pozos, limitar el derecho a huelga y desregular la jornada laboral. El sacrificio fue enorme. Los obreros no cobraron su sueldo y el gobierno prohibió a los hijos de los mineros la ayuda escolar que consistía en acceso al comedor escolar y uniforme. Muchos cayeron en la pobreza.

Conservador en lo social, liberal en lo económico y represivo siempre

Otro capítulo de esta heroica huelga fueron las verdaderas batallas campales con la policía y con rompehuelgas o carneros contratados por el gobierno. Es recordada como “La batalla de Orgreave” el enfrentamiento entre 5 mil policías y 5 mil obreros frente a una planta de energía. El carbón, mineral masivo en el Reino Unido, fue utilizado durante décadas como fuente de calor en hogares y de energía en industrias.

La medida de fuerza se extendió durante todo un año gracias al coraje de los obreros, sus familias y otros sectores de la sociedad civil. Las esposas de los mineros se organizaron para acompañar a los trabajadores en los piquetes y para lo que sea necesario. En 1983 formaron la organización Salvemos las Minas del Área de Easington.

Distintos trabajadores del país brindaron su apoyo. Por citar un caso, en el del diario The Sun, sus trabajadores se negaron a imprimir un número donde trataban a Scargil de ser un nazi. También hubo solidaridad material y simbólica del exterior, como de la comunidad gay y disidente de Inglaterra. La LGSM (Lesbianas y Gays Apoyan a los Mineros) recolectó fondos y se manifestó a favor del reclamo obrero.

Liberal en lo económico y conservador en lo social, el gobierno de Thatcher tenía de enemigos al movimiento obrero y los colectivos disidentes sexuales. Todas estas ayudas contribuyeron a estirar el conflicto y a contrarrestar el pálido apoyo de la central obrera británica (la TUC) y del Partido Laborista. Parte de los motivos de esa distancia con la causa minera fue por la negativa de Scargil de hacer un referéndum nacional entre los trabajadores para convalidar la huelga. Dicho referéndum era obligatorio por ley. Al no realizar ese paso, la huelga fue declarada ilegal desde el principio.

El objetivo es cambiar el alma

Finalmente, el 3 de marzo de 1985 se levantó la huelga. El gobierno no cedió y pudo avanzar en sus reformas. “La economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” fue una frase de la Dama de Hierro que sintetizó sus aspiraciones, para su gobierno y para este conflicto. Empezó otra era. La sociedad británica pre Thatcher era la sociedad del Estado de Bienestar. Con un Estado que tenía políticas sociales de alcance universal. Con pleno empleo y sindicatos fuertes. Una sociedad rígida y más igualitaria. Eso vino a romper el gobierno de Thatcher. Inauguró el modelo de sociedad neoliberal. Privatizado e individualista. Donde se desvanece el lazo social y los individuos quedan librados a su suerte. En nombre de la libertad, el fin de la solidaridad.

Sucedió a escala global. En EEUU Ronald Reggan hacía lo propio. Desregulación, menos impuestos a los ricos, desindustrialización, legislación antisindical. Con el consecuente desempleo, deterioro de las condiciones de vida y de progreso para la clase trabajadora. Vale la pena entonces recodar esta fecha por su heroísmo y orgullo. También porque ayuda a comprender que determinados conflictos transcienden la reivindicación laboral. Que el enemigo tiene los recursos y mecanismos, públicos y privados, para sostener por un largo tiempo un conflicto de largo alcance. Algo de esto parece haber aprendido la clase obrera mundial. Hace poco los obreros automotrices de EEUU fueron al paro después de mucho tiempo con un enemigo también poderoso (las tres principales empresas de autos yanquis) con una estrategia en la que pudieron mantener el control del conflicto. Si los tiempos pueden cambiar, las estrategias obreras también pueden hacerlo.

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