JUSTO SUAREZ: “EL TORITO DE MATADEROS”

POR RAFAEL DALOI, ASISTENTE DE TESORERIA DE LA LÍNEA A.

Mataderos es un tradicional barrio de Buenos Aires donde antiguamente se encontraban varios establecimientos en los que se mataban vacas para el consumo de la famosa carne argentina. De ahí recibe su nombre. Pero, además, es el lugar de origen del boxeador Justo Antonio Suárez, el primer ídolo deportivo de nuestro país.

Suárez nació el 9 de enero de 1909, fue el decimoquinto de un conjunto de 25 hermanos en una familia que sufría severas privaciones.

Desde los nueve años tuvo que trabajar en la calle para acercar algo de dinero a su casa. Mientras tanto, había construido en su patio trasero un rudimentario cuadrilátero donde comenzó a practicar algo de boxeo sin mucha
ortodoxia.

En 1919, con solo 10 años, ganó sus primeros pesos gracias al pugilismo. De manera creciente se fue forjando un nombre y consiguió el apodo de “El Torito de Mataderos”, al tiempo que iba demoliendo a sus ocasionales rivales y atrayendo a más público en sus presentaciones.

El boca a boca acerca de sus hazañas llegó a oídos del incipiente promotor José Lectoure, que lo adoptó bajo su mando para pulir su estilo y darle lecciones de boxeo más técnico.

Al cabo de dos años disputaba el título argentino de categoría liviano frente a Julio Mocoroa, con el respaldo de una multitud que lo fue a alentar al viejo estadio del Club River Plate.

Su triunfo por puntos dio lugar a un progreso económico que significó un notorio cambio en su condición de
pobreza, transformándose en ejemplo y modelo a seguir para las clases sociales más bajas.

El éxito obtenido lo animó a navegar hasta los Estados Unidos, llegando a completar cinco peleas en
cuatro meses, con cinco arrolladoras victorias.

En su retorno al país derrotó por puntos en el Luna Park al chileno Estanislao Loayza, en una de sus veladas más resonantes, a la que asistieron el entonces presidente argentino José Félix Uriburu y los príncipes de Inglaterra Edward de Windsor y George de Kent, padre de la actual Reina Elizabeth II.

La ficha física de Justo Suárez antes de la pelea con el chileno Loayza.

Su meta a partir de entonces fue el Campeonato Mundial de los livianos, para lo cual regresó a Estados Unidos. En su camino se interpuso el duro Billy Petrolle, que con pocos recursos lo venció en nueve rounds.

Paralelamente contrajo tuberculosis, así que tanto su salud como su carrera deportiva comenzaron a deteriorarse
progresivamente, sumado en lo sentimental a que su esposa le pidió el divorcio.

Perdió el cinturón argentino ante Víctor Peralta, derivando en su separación de Lectoure, representante y
entrenador.

La última pelea que hizo fue ante Juan Pathenay, que tenía la consigna de no pegarle, pero de todas maneras ganó y aceleró su retiro.

Completó una trayectoria de 29 peleas, con 24 victorias, tres derrotas, un empate y una sin decisión.

Justo Suarez

En el ocaso de su corta vida se mudó a la provincia de Córdoba en busca de un clima más propicio para su salud, pero la enfermedad se lo llevó el 10 de agosto de 1938.

La enorme popularidad que cosechó se ve reflejada principalmente en su barrio, donde hay monumentos y murales que lo recuerdan como así también calles y plazas que llevan su nombre.

En la cultura general el afamado escritor argentino Julio Cortázar lo hizo protagonista de uno de sus relatos: “Torito” (Final del Juego, 1956).

El cantante de tangos Charlo le dedicó la pieza “Muñeco al Suelo”, dando cuenta de sus hazañas.

En 2001 se estrenó el film documental sobre su vida “I Love You… Torito, dirigido por Edmund Valladares.

Estas son sólo algunas de las obras en las que se lo conmemora o alude, a través de artistas como el guionista de
historietas Héctor Germán Oesterheld o el grupo musical de reggae Los Pericos.

Justo Suárez fue un héroe trágico cuyo meteórico ascenso y su caída estrepitosa lo hicieron inmortal.

Nota escrita originalmente para la Revista Box y Lucha de México.

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