DEBATE ABORTO. Verdes y Celestes. Día 2

El miércoles 2, primero a la mañana y luego a la tarde, continuó el debate. En este artículo quiero enfocarme en la objeción de conciencia, porque la primera en exponer hizo una presentación impecable. Al igual que Magui Fernández Valdéz, a quien no puedo dejar de mencionar, porque fue muy clara al hablar sobre el aborto con Misoprostol en contraposición a la desinformación y las mentiras promulgadas, sin descaro, por muchos de los allí presentes. Recordemos que es de uso ambulatorio y es un método aprobado por la OMS, pero que aún así no escapa a la lógica de la hegemonía médica y farmacéutica. Por tanto, afirma Magui, ¿el Estado debe proteger el acceso a este medicamento, no volverlo inaccesible. Al menos si queremos hablar de soberanía sanitaria. Recomendadísimas ambas dos. Pero volvamos a la primera.

A favor:► Soledad Deza, abogada y magister en Género, Sociedad y Jurídica

La peor cara de la objeción, la más dañina, es aquella que se oculta tras un lugar de poder para trastocar el autogobierno. Brindando información falsa o sin evidencias científicas, solicitando interconsultas o estudios innecesarios, y hasta judicializando el consentimiento y pidiendo autorización judicial. O la objeción encubierta de proveer un legrado en vez de un aborto con pastillas solo para provocar dolor. O la objeción encubierta de Rodríguez Lastra que interrumpió un aborto legal de una víctima de violación, solo porque tuvo el poder de hacerlo. O la objeción encubierta que sufrió Belén que fue denunciada en situación post aborto por sus médicos para lograr un castigo penal acorde a sus preferencias morales, ni siquiera acorde a tipos penales. O la objeción que se oculta detrás del uso de los adelantos tecnológicos para desarrollar la viabilidad fetal que asegure un nacimiento con vida, aunque sea por unas pocas horas o minutos, cuando alguien pide una ILE.

Habla de como esta herramienta vulnera derechos, mientras el Estado mira para otro lado. A pesar de que en su origen buscaba proteger la subjetividad de las minorías, hoy parece que no funciona como excepción, sino que es la regla. Sobre todo cuando se trata del aborto. Habla del abuso de poder, no de la creencia personal, que no es cuestionada. Solo basta con dejar constancia de esta objeción y derivar al paciente con otro profesional. A estos médicos los ampara la ley 26.529. Pero muchos no actúan acorde a la ley, sino que niegan el acceso a la salud y tratan indignamente a quienes no piensan igual. Deza menciona, entre otros, el caso de Lucía, por el cual Organismos Internacionales se han pronunciado. Un caso que atravesó su provincia, Tucumán, y donde resonó muy fuerte la consigna «son niñas, no madres». Un caso que este mismo día, más tarde, va a retomar Cecilia Ousset . quien no solo fue perseguida y acosada, sino que todavía tiene una causa abierta por homicidio. Cuando en realidad le hizo una microcesaria a una niña a la que le pisotearon todos los derechos, además de su infancia.

► Andrés Gil Domínguez, profesor de Derecho Constitucional
Desde 1921 el aborto en la Argentina está despenalizado bajo tres supuestos: vida, salud y libertad sexual. No ha habido desde 1921 ninguna declaración de inconstitucionalidad. No ha habido ninguna declaración de inconvencionalidad. Y si bien esta norma regula estos derechos, la base de estos derechos, es la autonomía de la mujer (…) Pero en este caso lo que se está castigando en realidad es el goce de la mujer a través de la apropiación del cuerpo de las personas gestantes, la apropiación estatal del cuerpo (…) En 1921 un Congreso integrado por hombres blancos y propietarios, tuvo en cuenta el derecho de las mujeres y su autonomía. En pleno siglo XXI (…) nuestro derecho tiene el desafío y la obligación de ser progresivo y garantista

Me interesa recordar las causales y ver en realidad qué está en juego tras el discurso religioso o moral. Porque el aborto ya es legal y varios médicos han obstaculizado la ILE no en base al derecho, sino a creencias personales. Creencias que nos asignan un único rol en sociedad: reproducir la especie, incluso a costa de nuestra propia vida.

► Leda Guzzi, médica infectología
Más allá de las posiciones religiosas, metafísicas, este es un gravísimo problema de salud pública que merece la atención y solución por parte de las autoridades sanitarias de la gestión política y sin duda de nosotros, profesionales de la salud, cuya función nunca es juzgar el comportamiento de las personas, sino ser empáticos, humanos y cuidar la salud de las personas, más allá de cualquier ideología.  

También de Tucumán. No me sorprende que haya cambiado de postura, como ella misma aclara al principio. Esto también lo vi mucho. La creencia no es un impedimento para estar a favor del aborto tampoco, de hecho, existen las Católicas por el Derecho a Decidir. El discurso es sencillo y claro, pero a veces veo que se olvidan de algo tan básico como la empatía y el juramento hipocrático. Igual lo interesante de su presentación son los gráficos y datos concretos acerca de las complicaciones por abortos inseguros (hoy son el 76%) y como baja la mortalidad materna tras la legalización. El ejemplo lo tenemos acá nomás: Uruguay. Muy recomendable.

► Myriam Bregman, abogada
Exigimos que esas instituciones que nos niegan el derecho al aborto y hasta se niegan a implementar la ley de Educación Sexual Integral, no tengan más injerencia en nuestras vidas, en las leyes, en la salud, ni en la educación. (…) ¿Hasta cuándo se lo vamos a permitir? Cualquiera tiene derecho a ejercer sus creencias religiosas, pero nadie tiene derecho a imponérselas al resto. Y tantas facultades les ha ido delegando el Estado en estos últimos años que se creen que tienen derecho a todo. Basta. Iglesia y Estado, asunto separado.

Denuncia los escraches a domicilios de legisladores y las manifestaciones en contraposición al discurso moral y religioso que ahí pregonan. También que no solo cuestionan el aborto, sino la ESI, los anticonceptivos, el Misoprostol, el goce, la libertad, nuestra sexualidad. Expone los intereses que hay detrás. Porque mientras los gobiernos protegen a la Iglesia que habla en nombre nuestro, la deuda con nosotras sigue creciendo. Porque el aborto es una deuda de la Democracia y la Iglesia una de las instituciones que más se ha opuesto a la ampliación de derechos. Antes del Aborto fue la ley de Identidad de Género, antes el Matrimonio Igualitario, antes la ley de Divorcio. Y estos son solo algunos de los ejemplos que se mencionaron en la Comisión esa semana.

En contra:

► Nicolás Laferriere, doctor en Ciencias Jurídicas, especialista en bioetica
El proyecto de ley impone el aborto (…). Se da por una doble vía de imposiciones hacia las madres y hacia el profesional de la salud. Hacia las madres sobre todo porque en las primeras y decisivas semanas de embarazo, el Estado lo único que les propone es el aborto. El proyecto de ley ignora que detrás de las madres que van por el aborto hay condiciones de vulnerabilidad que condiciona su libertad. No se atienden a las problemáticas de fondo, vinculadas a violencia, presiones, pobreza y otras circunstancias. El desdibujado proyecto de los mil días retacea la ayuda a las más vulnerables (…) es otra forma de discriminación.

Como a muchos antiderechos, el proyecto que busca conciliar con ellos, les resulta insuficiente. Habla de problemas de fondo que pretende solucionar con una asignación de monto desconocido hasta el momento. O quizá le preocupa más que el médico deba entregar información a la mujer sobre el aborto. Hasta se queja de que la mujer no pueda ser evangelizada y bendecida por la sabiduría del personal de salud. Porque va a ser ella quien decida sobre su propio cuerpo. Ejerciendo indignamente su voluntad y no la del Creador.

► María Angélica Gelli, directora del Instituto Política Constitucional
Hay una carga sobre los médicos de propiciar ante cualquier solución los abortos (…) Porque aunque el proyecto de ley consagra en el artículo 10 la objeción de conciencia personal, lo hace de modo parcial, según lo interpreto, trunco y condicionado (…) El objetor debe derivar a la paciente, trata como enferma a la mujer gestante, a otro profesional sin dilaciones y lo más grave es que el objetor debe adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el acceso a la practica

Aclara que no va a argumentar con la religión, sino en base a la Constitución Nacional. Así como denuncia que el gobierno no discute una ley de Interrupción del Embarazo, sino una supresión del embarazo. Con el fin de consagrar un «derecho subjetivo» como abortar por las razones que sean. Término que le hace ruido, al igual que otros, que se niegan a decir la palabra aborto. Sostiene que se prohíbe la objeción de conciencia institucional y aclaro que sí, porque las instituciones no tienen conciencia, sino que representan a un conjunto heterogéneo y muy diverso de habitantes. En Democracia no se legisla en base a las creencias. Pero menos mal que no iba a utilizar la religión que ella misma llama una «cosmovisión más respetable».

► Jorge Aquino, doctor de Medicina e investigador del CONICET
El proyecto permitirá legalmente atentados contra la vida de seres humanos hasta el noveno mes (…) Se pretende que esto sea financiado, en la mayoría de los casos, con fondos públicos, el dinero de todos. Alternativamente obliga a instituciones privadas a participar de este atropello, yendo incluso contra su ideal refundacional. Finalmente, no permite la objeción de conciencia real para los profesionales de la salud. El médico que se oponga a la muerte de un ser humano inocente, derivará a su paciente para que otro ejecute lo que él no admite.

Aclara que este proyecto es tan malo como el del 2018. Imagino que no actualizó sus argumentos, ni leyó las modificaciones del proyecto de la Campaña. Ni escuchó a los otros oradores que explicaban como legalizar el aborto no solo salva vidas, sino que es un menor gasto para el Estado. Este diálogo de sordos se vio mucho. Cuestiona la legislación vigente y las estadísticas, así como colegas suyos cuestionan la OMS. Finaliza diciendo «nadie sobra, nadie vale menos, el embarazo no es una enfermedad».

► Débora Rainieri, docente investigadora de la Facultad de Derecho UCA
En cuanto al proyecto y el consentimiento informado. Les pregunto, estimados legisladores, si piensan que el personal de salud, en la relación médico-paciente, podrán ayudar a la mujer a descubrir la importancia de la maternidad, del rol invalorable que desempeña en la sociedad, cada vez que una mujer vaya a pedir abortar. En los últimos años no dejo de cuestionarme el porqué de un constante desprestigio y destrucción de una de las realidades más nobles de la vida: el poder ser madre (…) Este proyecto pervierte la tarea de los médicos a colocarlos en una situación de delito.

Habla de la esclavitud y el dominio de la mujer sobre el «por nacer». Hasta denuncia una crueldad por parte del feminismo que elige no maternar, como si no fuera violento que nos obligaran a parir o nos dejaran morir en la clandestinidad. Todo su discurso biologicista gira en torno al único rol de la mujer que se realiza como madre abnegada, dependiente y sumisa, nada más. Para ella somos incapaces de elegir otro proyecto de vida.

Algunos se indignaron por el tratamiento y debate a pocas semanas del Día de la Virgen. Incluso muy cerca de Navidad y el cumpleaños del niño Jesús, nacido entre la inmundicia de un establo, rodeado de animales, hijo de un carpintero, hijo de la clase trabajadora, que eligió multiplicar el pan y el vino y no privatizar las ganancias.

Mi deseo para estas Fiestas es que dejen de romantizar la maternidad. Rompan este concepto, porque hay mucha historia detrás. Las palabras también son políticas y siempre un significado se impone sobre los demás. La mujer no se define sólo por su útero y no se realiza pariendo, como si este fuera su único fin y destino natural (¿qué pasa con las que no pueden?). Nosotras somos las esclavas de convenciones inventadas por la Iglesia y reproducidas en serie por parte de este sistema asimétrico. Porque el género hoy es símbolo de desigualdad. Esto es lo que se debería cuestionar.