DIEGO ES UN MARCIANO
POR SEBASTIÁN CIRONE, PEÓN DE LA LÍNEA C Y GISELA COMMISSO, AUXILIAR DE LA LÍNEA E.
Hace un año nos dejaba el genio del fútbol mundial. La fecha que nadie podrá olvidar jamás y la que nadie quiere recordar.
¿Qué estabas haciendo cuando levantó vuelo el barrilete cósmico?, ¿Qué estabas haciendo cuando supo cuánto pesaba la copa del mundo?, ¿Qué hacías los domingos a la mañana cuando jugaba en el Napoli?, ¿Y cuando lo dejó solo al “Cani” contra Brasil?, ¿Qué estabas haciendo cuando lloraba en la entrega de medallas del mundial `90?, ¿Y cuando le cortaron las piernas, lloraste con él?, ¿Dónde estabas cuando se hizo el mechón amarillo? ¿Y cuándo fue a entrenar en un Scania?, ¿Qué sentiste el día que se le paró el corazón?, ¿Soñaste con conquistar el mundo cuando se puso el buzo de DT de la Selección?, ¿Qué hacías mientras él vivía? Y ahora… ¿Qué hace un Pueblo sin su D1OS? Maradona, nos dejó llenes de preguntas, sin respuestas, y con el corazón lleno de amor.
Cuando llegó el día., ese que no nos atrevíamos ni a imaginar, algo de todes nosotres se fue con él. Intentaremos buscarlo en todo momento. Nos quedan sus frases célebres, sus interminables anécdotas, los goles imposibles y esa zurda mágica.
Diego, fue, es y será un marciano, como decía su hermano, o el más humano de los dioses, como lo definía Galeano.
Ese que soñaba con ser el mejor del mundo y, a su vez, vivir en un mundo más justo. Ese que no se callaba ante el periodismo carnero y hegemónico, que iba siempre por fuera de lo establecido. Ese que sacaba la voz cuando otres se escondían en el silencio cómplice. Ese niño de Fiorito que seguirá siendo el ídolo de las pibas y los pibes de los barrios, que juegan en el potrero y sueñan con que sus gambetas se vean en todo el mundo. Ese que generó amor por el fútbol, el que le dio las alegrías más profundas a nuestro pueblo. El que nos hizo hinchas de nuestra selección y de nuestro país. Porque nunca renegó de su tierra, ni de sus raíces.
Por eso puteó a quién se atrevió a silbar nuestro himno. Por eso viajó en ese tren del Alba a Mar del Plata, el del NO al Alca, el del NO al Imperialismo. Diego defendió su Patria siempre. Nunca nos abandonó. Y siempre jugó para el lado del pueblo.
A les que nacimos más tarde y no tuvimos la chance de vivir sus tiempos gloriosos, nos dejó la pasión, esa que tomamos y hacemos nuestra de manera colectiva, esa que va transitando por cada barrio, en donde esos corazones maradonianos se hacen carne, se potencian y se expanden.
Les que fuimos contemporáneos/as del Diego vivimos la vida junto a él. Festejamos sus logros, sufrimos sus derrotas, y cuestionamos sus contradicciones. Nos acordamos de todo. Porque lo que le pasaba a él nos pasaba a todes.
Aquel, 25 de noviembre del 2020, vimos a todos los pueblos del mundo en las calles, resistiendo su ausencia y celebrando su vida, despidiendo a quien no vamos a despedir jamás.
Ese compañero de gambetas inolvidables, ese compañero que defendió nuestra bandera adentro pero también afuera de la cancha, ese compañero que esperamos que resucite en alguno de esos barrios, en alguno de esos altares que se formaron en cada uno de ellos.
Hoy queremos volver a verlo pateando en algún potrero, o mejor aún, en el cuerpo de quién lleve la 10 dentro de un año en el mundial de Qatar.
Gracias por tanto, D1OS.