TRABAJADORES HACIENDO HISTORIA

Por Virginia Bouvet, boletera, línea C

Nos gustan los aniversarios. El 2 de septiembre nuestro sindicato cumplió 10 años pero no hubo tiempo para festejos, estábamos  en medio del conflicto gremial más largo de nuestra historia.

Durante los 137 días que duro el conflicto supimos tener paciencia. Es que los trabajadores del subte aprendimos, en estos años, a ser pacientes, desde que nos construimos como sindicato, hace ya una década y un poco antes, cuando nos organizábamos en el viejo cuerpo de delegados y teníamos que defendernos, al mismo tiempo, de la empresa y de nuestro antiguo sindicato, la uta.

En esos primeros años aprendimos el valor de la asamblea, porque a la hora de reclamar no era lo mismo pedir algo una sola, que pedirlo en nombre de todos.  Conseguíamos más en grupo y sumábamos más gente al grupo mientras más serio era el reclamo: si seguíamos paso a paso las instancias de negociación y, por supuesto, si teníamos razón en lo que pedíamos, entonces sí, éramos miles dispuestos a hacer paro y arriesgar lo más preciado, nuestro puesto de laburo.

Con esa organización conseguimos un salario digno, la jornada de 6 horas y erradicar la tercerización de los túneles; recuperamos todas las conquistas que nos habían arrebatado al momento de la privatización, en el año 94, cuando por decreto se barrió con el convenio colectivo que regia la vida subterránea desde 1975.

 

CAFÉ CON USUARIOS

Sabíamos que esta iba a ser una paritaria difícil, sabíamos que el 2018 iba a ser un año difícil para los sectores populares. Nos dimos cuenta enseguida que el gobierno, este año, había elegido a los metrodelegados para confrontar, así como el año pasado lo habían hecho con los docentes de Suteba.

Por suerte nosotros también pudimos elegir el tipo de pelea que íbamos a dar. Cuando nos dejaron afuera de la mesa paritaria y firmaron con la Uta un acuerdo anual del 13%, denunciamos públicamente que esa cifra era inaceptable, que exigíamos volver a la mesa.

Reunidos en plenario de delegados, nos preparamos para la pelea.  Pero en este conflicto, más que en ningún otro, entendimos que era fundamental tener al público usuario como aliado principal.

Trabajadores y usuarios por un subte de calidad fue la consigna y la excusa para servir café a los usuarios en estaciones cabeceras, mientras los molinetes se liberaban para dejar viajar gratis a la gente.

Cada una de las medidas o, más exactamente, cada ronda de medidas, fue planeada en  los once plenarios de delegados que realizamos entre los meses de abril y agosto de este año. El mecanismo era así: el secretariado ejecutivo y los delegados nos reuníamos en plenario, ahí la mesa hacia una propuesta de medidas de fuerza, que incluía volanteada, café al usuario y apertura de molinetes, paros parciales de pocas horas, de una o dos líneas a la vez; algunos miembros de la oposición hacían también sus propuestas de medidas y entonces los delegados bajaban  a consultar las propuestas en asamblea. La más votada se llevaba adelante entre todos.

Pedíamos lo que pediría cualquier sindicato en nuestro lugar: que nos convoquen. Pasaban las semanas, íbamos subiendo de a poco la intensidad de las medidas, sin obtener resultados. La empresa y el gobierno apostaron a nuestro desgaste, suspendieron a 40 compañeros de base por abrir molinetes, llovieron telegramas que pedían desafueros para delegados y directivos. Desde el Ministerio de Trabajo nos trabaron la recaudación de la cuota sindical. Nada de esto nos detuvo, entonces mandaron a la infantería a reprimir la huelga de la línea H y se llevaron 16 detenidos.

Siguieron los plenarios, las asambleas, las medidas. El Café y los volantes al usuario. Se iban sumando aplausos en las cabeceras, cuando algún pasajero nos gritaba Fuerza o Estoy con ustedes, cuando estiraban la mano pidiendo el volante y lo iban leyendo durante el viaje.

Con organización, paciencia y confianza pudimos sortear cada uno de los obstáculos, contábamos con el apoyo de adentro y la solidaridad de afuera.

El día que nos convocaron para mejorar el acuerdo, ya habíamos ganado.

 

TIEMPO PARA RESISTIR

Este gobierno tiene el plan de bajar los salarios y lo viene logrando en la mayoría de los gremios. En ese clima, la realidad política nos impone la reflexión.

En épocas así, los objetivos pueden cambiar, porque lo principal se resume en defender lo conseguido.

Los trabajadores del subte ya pasamos momentos difíciles y tuvimos la capacidad de reinventarnos y buscar métodos novedosos de lucha, sin atarnos a ninguna receta.

Ojala que tengamos, como pueblo, la capacidad y la suerte de resistir esta ola neoliberal. Ojala que no sea tarde.

Mientras, me quedo con una frase que durante el conflicto se multiplicaba en los muros de mis compañeros: Acá no se rinde nadie.

Que así sea.