María Seoane: La historia de Radar de los Trabajadores

Por María Seoane

Si los trabajadores fueron la columna vertebral- son- con el que se alumbró el 17 de octubre de 1945, como una culminación de largas luchas obreras desde fines del siglo XIX; si fue con ellos que el movimiento político más importante del siglo XX fundó el Estado de Bienestar y consagró los derechos económicos y sociales de los argentinos, que dio forma a la República Democrática, Social y Popular de la Argentina moderna, son los trabajadores los depositarios de una larga experiencia política, sindical y, por ende, cultural central para entender el destino de nuestra patria. Con este espíritu, conscientes de esa marca en la historia nacional, comenzamos a transitar- inicialmente desorientados pero sobre todo necesitados de entender- al gobierno de la burguesía financiera y rentística que se quedó a cargo del estado desde diciembre de 2015. El gobierno de Mauricio Macri, jefe de los Ceos cuya tarea- a los ojos de la realidad así se ve- era comenzar a arrasar los derechos de los trabajadores y del conjunto de los argentinos llevándonos a un retroceso serio en la escala del tiempo, no tardó en convocarnos a la resistencia civil pacífica pero certera. Había que defender conquistas y memorias, base de nuestra identidad. Así, con claridad sobre la naturaleza depredadora de las clases dominantes argentinas, enroladas en la dañina tercera ola neoliberal que nos tocó en suerte, y más allá de los debates que atravesarían en un período de aparente derrota al movimiento sindical, decidimos un grupo de compañeros ligados a los gremios unir la experiencia más extensa y permanente en el tiempo como la ligazón horizontal de las secretarías de cultura de las organizaciones porque, más allá de los avatares políticos, allí anidaba la posibilidad de la unidad en  el acervo cultural tan extenso del movimiento obrero. Así, en setiembre de 2016, como trabajadora de la cultura en el SUTERH, junto con los compañeros de SADOP y de Metrodelegados, convocamos a una reunión que se realizó en la UMET para poner en marcha lo que llamamos RADAR DE LOS TRABAJADORES. La experiencia de estos años fue notable. Logramos la unidad por la base que queríamos, produjimos una serie de eventos desde la participación en la Feria del Libro por primera vez como colectivo en un hecho inédito de la historia de ese lugar, y propiciamos debates, encuentros, que mantuvieron viva la llama de la resistencia cultural a la desnaturalización que buscaba el régimen macrista, como condición fundamental en la rendición del movimiento obrero. Utopía reaccionaria de todos los tiempos. Imposible de alcanzar.

Ahora, han pasado ya estos años y resta seguir en la recuperación de la memoria histórica y de todo el acervo cultural para construir, de frente a lo que viene, una patria que nos contenga a todas, todes y todos.  La cultura del movimiento obrero tiene la palabra. Es una de sus batallas políticas más preciadas.